Fernando Alonso sonríe tras la carrera en Singapur, consciente de que tiene en su mano la posibilidad de completar la remontada y ganar su tercer Mundial. :: EFE
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Una remontada con fe

Alonso ha logrado tres triunfos, un segundo puesto y más puntos que nadie en las últimas cinco carreras

SINGAPUR. Actualizado: Guardar
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Por encima de los números, de las estadísticas, del permanente goteo que salpican ordenadores y fanáticos de los datos, están los intangibles. Un vocablo de moda en el lenguaje de la comunicación y las relaciones públicas que viene a expresar lo que siempre se ha conocido como valores personales. En alguna de sus acepciones, valor significa principio ideológico o moral por el que se guía algo. También cualidad, virtud o utilidad que hace que algo o alguien sea apreciado. Importancia de una acción, palabra o frase. Osadía, valentía. Los intangibles han llevado a Fernando Alonso a una remontada de fe en el Mundial de Fórmula Uno.

No ha sido otra cosa que la confianza en sí mismo y en el grupo que le rodea lo que ha transportado al asturiano a poner el campeonato patas arriba. «Yo sí me veo campeón», dijo hace un mes en Bélgica, frente a la creencia general de que se había pasado siete pueblos.

Aquella declaración puso el Mundial en cuarentena. Alonso se había retirado en Bélgica, en Ferrari cundió el desánimo, la prensa española y la italiana caminaban mustias por el paddock y Hamilton había cobrado una ventaja sustancial al frente del torneo: 41 puntos con respecto al español. Y vino la frase: «Yo sí me veo campeón». Como siempre, Alonso contra corriente, contra los elementos, en la panorámica deportiva que más le seduce: obligado a luchar.

Ferrari es un gigante y en los últimos años se había quejado entre bastidores de la poca determinación de sus tripulantes. A Kimi Raikkonen le acusaron de hablar sólo para los cuellos de su camisa, de una extrema frialdad, de falta de empatía con el equipo. A Felipe Massa nadie lo ve como un capitán, sino como un gran piloto que no llega a determinada jerarquía. Alonso, en otra dimensión, es como el antiguo Schumacher en términos de liderazgo. El asturiano tiró del carro de Ferrari en Bélgica.

Números de campeón

En cinco carreras ha conseguido más dividendos que ninguno de sus cuatro oponentes al título. Tres victorias, un segundo puesto y un abandono: 93 puntos. Webber, el líder, ha obtenido 74. Hamilton, 27 (tres retiradas). Vettel, 60. Y Button, 44. Un buen bocado.

Números y no intangibles que acercan a Alonso a posiciones estelares en el palmarés de la Fórmula Uno. Ya es el sexto piloto de la historia con más triunfos (25), igualado con leyendas como Jim Clark y Niki Lauda y sólo superado por Jackie Stewart (27), Nigel Mansell (31), Ayrton Senna (41), Alain Prost (51) y el inalcanzable Michael Schumacher (91).

En dos carreras, Monza y Singapur, el ovetense ha colocado todos los focos de la F-1 sobre su cabeza. Sus rivales saben que ya está ahí. Y en el domingo noche de Singapur aportó más intangibles a sus aspiraciones de campeón: «Voy a dar lo mejor de mí mismo. No sé si eso será suficiente para ser campeón en Abu Dhabi. Pero daré el cien por cien. La gente puede estar segura de que lucharé hasta el final. Es muy importante conservar este nivel de concentración en todo el equipo y seguir en la misma senda en la próxima carrera de Japón».

Sólido y constante. Pocas exhibiciones y pocos errores de pilotaje.

Imprevisible. Capaz de lo mejor y lo peor. No especula y siempre arriesga.

Una centella en la pista. Creíble los sábados, inconsistente los domingos.

El más regular de todos. Casi nunca falla él. Piloto fino, de alta escuela.