Tarde espléndida para El Juli
Una estocada caída y dos pinchazos dejan en sólo una oreja el balance de dos grandes faenas
LOGROÑO . Actualizado: GuardarEl segundo toro de corrida desarmó a El Juli en el saludo y en un lance de brega. Se movía gente por los tendidos y se distrajo el toro. Lo sujetó Diego Ortiz en un puyazo perfecto, como tantos de los que cobra. El Juli, que descargó en Zamorano el peso de la lidia después del puyazo, quitó por chicuelinas. Tres chicuelinas envueltas, media muy templada y una larga por delante, que sirvió para fijar al toro. En ese toreo de capa que es a la vez dibujo y poder se retrata El Juli. Un segundo puyazo medido, un quite de Rubén Pinar en lances de costadillo, tres pares de banderillas, se puso a escarbar el toro y, antes de concluir el toque de clarín para el cambio de tercio, ya estaba El Juli terminando de brindar al público. Iba a ser la faena de la tarde y de la feria. Encajado El Juli desde el primer muletazo, y desde entonces descarado. La suerte cargada en cada pase y por sistema, para que el toro estuviera empapado y volviera.
Tal vez la gran novedad de El Juli haya sido su progreso al torear con la derecha. El ajuste va siendo mayor de pase en pase, las tandas parecen redondas, la tensión crece. Mientras, el toro, templado, se siente dominado sin violencia. Y todo se resuelve en toreo despacioso. De pronto, El Juli estaba toreando a placer y en roscas, la mano baja. La zurda ha sido la mano mayor de Julián, pero ha empezado a dejar de serlo. O porque los toros se le vienen mejor por la diestra. Hubo también toreo con la izquierda y tan ligado como suele.
Pero fue la otra mano la que firmó los pasajes más bellos de esta espléndida faena de Logroño. El Juli se adornó con péndulos, circulares cambiados y abrochados en el sitio, cambios de mano, trincherillas para abrir tandas cada vez más cortas pero garbosas, derechazos por alto encajada la mandíbula, cobrados de perfil, los pies juntos. El repertorio entero. A pies juntos, el medio pecho, a compás abierto. Dejó El Juli en los medios el toro, se fue por la espada de acero, cuadró con su habitual primor, atacó a toro levantado pero sin tocar en el hocico y enterró una estocada caída. Se pidió con pasión la segunda oreja.
El palco hizo prevalecer la letra de la ley: la estocada desdijo. Y por eso, porque querría copar trofeos, El Juli salió en el quinto tan a por todas como en el primer turno. No importó que el toro renqueara de salida, sólo que El Juli no pudo recitar a la verónica; ni que empujara muy lo justo ni que tendiera a plantarse al tercer viaje. Donde no había, puso Julián. La faena fue de una fluidez notable, terminó por circulares, cambios de mano. Y las manoletinas de La Serna, despaciosas. Un clamor. Dos pinchazos, una estocada. La plaza, volcada.
Rubén Pinar, certero con la espada, cobró una oreja de cada uno de sus dos toros. A suerte descargada, tandas de habilidad, a toro tapado y no soltado, efectistas y meritorias. Ponce se llevó los dos toros díscolos. Con ese cuarto, pecó por insistente. Sus dos bregas de doma y de capotazos y más capotazos privaron de emoción y riesgo a tanto trajín.