Buen fuenteymbro en un día raro
Hermoso se muestra discreto con dos toros de Bohórquez en la Feria de Logroño
LOGROÑO. Actualizado: GuardarAl primero de los dos toros de Bohórquez se le fue la fuerza en el tercio de castigo. Salió con una velocidad de vértigo, tal vez sobrara el segundo rejón, y de pronto estaba aplomado. No terminó de encelarse y Hermoso sacó a unos de sus caballos recurso, el Ícaro que torea por delante y con los pechos. Antes del tercer cambio de montura, ya estaba el toro fundido. El rejón de muerte produjo vómito. Se contrajo la gente. Era corrida mixta y cartel insólito, irrepetible. La baja de Perera la cubrió Leandro Marcos, que nunca había toreado en Logroño. Daniel Luque, tercero en liza. Tiraba de ambiente y taquilla, como tantas otras veces, Hermoso. Sólo en vísperas de esta mixta, Pablo había cuajado en Salamanca dos toros. Fue apoteósico.
Aquí tocó resaca. El cuarto de corrida vino a ser un calco del apagado primero. Se soltó con divisa, galopó en los cuarteos con que lo dejó fijado en un palmo Pablo y pareció echar el freno. Ni un caballo tan provocador como Silveti fue capaz de ponerlo en jaque. Un par de reuniones comprometidas pero se abrió desganado el toro. El peso de la faena vino a caer sobre ese caballo milagro, Pata Negra, milagro porque estuvo a punto de perder la vida tras una gravísima cornada en Madrid hace año y pico. Se lució Pablo en un aire que ahora prodiga menos que en su primera época: las piruetas, que hicieron célebres a caballos como Fusilero o Chicuelo, que son ya historia. El toro se encogió y esperó a la hora de la muerte y Pablo pinchó hasta cinco veces. Sería la primera vez entre tantas en que Pablo saldó corrida en Logroño sin salir siquiera a saludar al tercio.
Los cuatro toros de lidia ordinaria fueron buenas prendas. De Fuente Ymbro y de gran porte. El sexto dio los 600 kilos y fue el único de los cuatro fuera de tipo. Un derribo en varas y un entierro de pitones se tradujeron en embestidas rebrincadas. El derribo no engañó a nadie. Muy encima del toro, y hasta fácil con él Luque en una de esas faenas de pasa toro- toro pasa, pero sin que pasara nada. El segundo de corrida, que escarbó mucho y llegó a enterrar pitones dos veces, fue un bello ejemplar cuajado. Una faena de dibujo de Leandro, pero de corto vuelo. El toro dio para más de lo que hubo y se vio: un trabajo caligráfico, seguro y firme pero despegado, de desigual velocidad. Un pinchazo, una estocada muy baja.
Los dos restantes salieron manejables. Algo brocho y bizco, engatillado, picado muy trasero, el tercero de la tarde echó la cara arriba, y de abajo arriba y no de arriba abajo fue el trasteo peleón de Luque. Toques violentos en el arranque de faena. Un desarme antes de la igualada porque el toro protestaba. Una estocada de rara habilidad pero trasera.
El quinto fue el más ofensivo: dos vergas más que respetables, era un toro muy astifino. Salió de manso, al paso y distraído, suelto y sin terminar de fijarse con nada, se dolió de blando en el caballo, escarbó, se dejó hacer un quite ligero y breve de Luque, esperó en banderillas y vino al último tercio sin definirse ni soltarse ni darse ni acabar de emplearse. Al segundo viaje perdió las manos. Leandro lo trató con suavidad por la mano tratable, la derecha. Compuesta la figura, elegantón el porte. De algunas faenas en apariencia ligeras se dice que son como de tirar líneas. Y eso fue en este caso virtud, pero no llegó a la gente el encaje de la cosa. Cuatro pinchazos, tres descabellos.