Editorial

Prórroga para Zapatero

El Gobierno está obligado a justificar con logros la continuación de la legislatura

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El acuerdo al que ayer llegaron el Gobierno y el PNV para la transferencia a Euskadi de las políticas activas de empleo y otras competencias sociolaborales coincide prácticamente con las exigencias nacionalistas y satisface con creces las previsiones estatutarias al respecto. Cumplida la condición previa que estos pusieron para negociar los presupuestos para 2011, podría darse por descontado que el grupo nacionalista respaldará las cuentas de Zapatero. Con el acuerdo de ayer el partido de Urkullu se ha hecho valer en la política vasca, dando muestras de que ha logrado su objetivo de «liderar el país desde la oposición» al Gobierno de Patxi López. Puede presentarse además como el garante de la estabilidad que España necesita, lo que permitiría también encarar el paulatino final del terrorismo etarra sin el desasosiego de unas elecciones anticipadas. El acuerdo se dio a conocer la víspera del primer debate de política general al que se enfrenta el 'lehendakari' López. El PNV no debería jactarse de que la imperiosa necesidad de Zapatero por prolongar su segundo mandato le ha permitido puentear al Ejecutivo de López para acabar protagonizando un acuerdo de transferencias que hubiese correspondido alcanzar al Gobierno vasco. Pero tampoco el 'lehendakari' López y el PSE-EE deberían obviar lo ocurrido, limitándose a mostrar su obligada conformidad con los términos en los que los nacionalistas han pactado las transferencias. Porque tan inusual procedimiento no solo refleja las carencias de Zapatero; también es reveladora de los límites que afectan a la acción del Gobierno López al verse forzado a dejar en manos nacionalistas el delicado capítulo del desarrollo autonómico. Asegurada la continuidad de la legislatura, el presidente Rodríguez Zapatero no debería emplear la prórroga concedida por el PNV para esperar que la recuperación económica se haga realidad y mejoren los datos del empleo. Su mandato ha ofrecido tantos síntomas de desorientación y agotamiento que le es exigible una actuación proactiva hasta 2012. La ajustada mayoría parlamentaria con la que contará y la contención presupuestaria le obligan además a orientar sus iniciativas en pro de la reactivación y del cambio en el modelo productivo, prescindiendo de gestos de carácter ideológico o clientelar.