Antonia Castro, madre de Juan Holgado, ayer en la tumba de su hijo con los efectos de la acción vandálica aún visibles. :: JUAN C. CORCHADO
Jerez

Los vándalos provocan destrozos en la tumba de Juan Holgado

Unos desconocidos rompieron de madrugada imágenes, macetas y flores y se llevaron las medallas que la familia tenía puestas

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Debió suceder la pasada madrugada del martes, pero hasta ayer, a primera hora de la tarde, Antonia Castro no se percató de lo sucedido. Fue cuando, como c ada día desde hace 15 años sin falta, llueva o haga calor, fue a visitar la tumba de su hijo. La escena fue, sin duda, una de las más dolorosas para ella en estos tres últimos tres lustros. Y eso que ella, desde luego, sabe un rato sobre sufrimiento. No en vano, su Juan Holgado fue asesinado salvajamente el 22 de noviembre de 1995 en una gasolinera de Jerez, víctima de una treintena de cobardes puñaladas, en un caso que a día de hoy sigue sin culpables oficiales a pesar de la mediática lucha que han mantenido sus padres.

Faltaban pocos minutos para las dos de la tarde cuando Antonia, fiel a su visita diaria, llegaba al cementerio. Iba con un ramo de flores para la tumba de su hijo. Quería que hoy, como cada día 22, fecha en la que fue asesinado Juan, luciese aún más cuidada y bonita de lo habitual. Pero cuando vio cómo se encontraba, sele hizo un nudo en el estómago y le dio un pequeño ataque de ansiedad. No se podía creer lo que veían sus ojos: las imágenes, las macetas y las flores estaban destrozadas, las medallas habían volado, los laterales habían sido golpeados con un objeto contundente...

Ella tiene claro que ha sido algo premeditado, «porque los golpes tuvieron que ser con un martillo o una maza, y nadie viene a un cementerio con nada de eso si no es con intención de hacer algo así». Recuerda, asimismo, que hace aproximadamente mes y medio ya se llevaron las medallas que había en la tumba y que ella misma limpiaba con mimo a diario.

Por la tarde presentó una denuncia en las dependencias de la Policía Nacional. Aportó una fotografía de la tumba y aprovechó para reivindicar más vigilancia en el cementerio. «Es que está totalmente vendido; allí no hay vigilancia y lo raro es que no pasen más cosas como ésta», afirmaba a LA VOZ posteriormente.

La vida de esta jerezana se ha limitado desde hace 15 años casi exclusivamente a reclamar justicia por el asesinato de su hijo. Para ello no ha dudado en promover manifestaciones, protagonizar dos huelgas de hambre, viajar a Madrid o Sevilla, plantarse a las puertas del Ayuntamiento de Jerez o de la Comisaría para que la escuchen... Una vida, en definitiva, para y por Juan Holgado.