En lugar de intercambiarse anillos, los protagonistas de estas ceremonias se los quitan. :: AFP
Sociedad

Un 'sí, quiero' muy diferente

Ganan popularidad en Japón los ritos de divorcio, fiestas semejantes a las bodas en las que las parejas celebran su ruptura

SHANGHAI. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los Fujii han terminado igual que como empezaron: con una suntuosa ceremonia celebrada a lo grande junto al templo Sensoji de Tokio para dar el 'sí, quiero' frente a familiares y amigos. La única diferencia es que esta pareja celebraba la ruptura de su enlace y firmó los papeles del divorcio. En vez de ponerse el anillo del matrimonio, se lo quitaron y lo machacaron con un martillo en forma de cabeza de rana, un animal que simboliza el cambio en la cultura japonesa. Como si fueran a trocear una tarta de boda, señor y señora Fujii agarraron juntos el mango del mazo y dieron unidos su último golpe.

«Así queremos dar comienzo a una nueva etapa, y sentir aire fresco en nuestras vidas», comentaba después el ya ex marido, un hombre de negocios de 33 años que reconocía haber sentido gran alivio al destrozar su alianza. «Es un gesto que no deja dudas al respecto. ¡Se acabó! Ahora ya puedo comenzar una nueva vida», declaró Fujii. «El momento del martillazo he pensado ¡qué bien sienta!», añadía su 'ex', que, después de ocho años de un matrimonio marcado por las prolongadas ausencias de él, recuperaba su apellido de soltera. A continuación, todos celebraron con un banquete el final de la relación.

El caso de esta pareja puede parecer extremo, pero lo cierto es que su ejemplo cunde. El aumento de los casos de divorcio en Japón, hasta los 251.000 en 2008, combinado con la extravagancia inherente a su sociedad, ha multiplicado las ceremonias celebradas en la 'mansión del divorcio', que tiene como mascota una rana rosa que se traga los anillos hechos añicos.

Hace poco más de un año, Hiroki Terai, un empresario avispado, lanzó esta posibilidad en un pequeño local de la capital nipona. Hasta ahora sólo 25 parejas han decidido dar el martillazo, pero Terai asegura que ya tiene lista de espera y hasta 900 posibles clientes. Tal es el éxito que este sacerdote a la inversa planea viajar con su martillo a la vecina Corea del Sur. «Creo que es una forma muy positiva de poner fin a un matrimonio y prometer seguir adelante frente a sus seres queridos», asegura Terai, al que un amigo le inspiró la idea de esta ceremonia cuando mencionó que en la cultura japonesa se celebran tanto los inicios como los finales.

Y así piensan cada vez más japoneses. «Si los divorcios fueran tan públicos como las bodas, sin duda serían menos controvertidos en nuestra sociedad y posiblemente se llevarían a cabo de mejor forma», reflexionaba un lector del diario 'Japan Times'. Claro que eso sólo es posible en aquellas rupturas que se dan de mutuo acuerdo, porque no faltan las escenas embarazosas cuando la pareja se enfrenta al aplastamiento de las alianzas. «Para evitar preguntas incómodas, suelo dar un pequeño discurso antes del mazazo para explicar las circunstancias del divorcio. Claro que ahí no menciono infidelidades u otros temas personales», comenta Terai. En ocasiones, los invitados de honor también dan discursos cuyo comienzo está claro: «Rikon omedeto gozaimasu!». ¡Enhorabuena por vuestro divorcio!