Unos niños juegan con uno de los animales del proyecto. :: C. CH.
Ciudadanos

El mejor amigo para todo

Esta experiencia pionera tiene como objetivo romper las barreras sociológicas y culturales que pueden llevar a estos niños a la exclusión Cruz Roja recurre a perros de agua para ayudar a menores inmigrantes a integrarse

SAN FERNANDO. Actualizado: Guardar
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Sus historias son muy distintas. Estaban separados por miles de kilómetros, otra cultura, otra realidad. Sin embargo, comparten el mismo objetivo: ganarse una vida mejor. Stanley es nigeriano y recorrió África con sólo 16 años. Atraído por el sueño que mostraba la tele de una familia numerosa, con una gran casa, dos coches y siempre comida en la mesa (sin importar la hora) en Marruecos contacta con una mafia de pateras. El poco dinero que su familia había ahorrado se lo gasta en un viaje de condiciones infrahumanas. Vio como uno de sus compañeros murió por deshidratación y simplemente fue tirado al mar para tener más hueco. Lo primero que conoció de España fueron a unos hombres vestidos de verde.

Por el contrario, Nayeli llegó en un avión. Hacía seis meses desde la última vez que vio a sus padres en una fugaz visita que hicieron a Colombia. Ahora, por fin y tras dos años se va a ir a vivir con ellos a España. Un cambio radical de vida y que no siempre se asemeja a lo soñado.

Las vidas de Nayeli y Stanley se han cruzado con un proyecto de la Cruz Roja llamado 'Crono', que se desarrolla en las sedes que tiene esta organización en San Fernando y en Arcos. El objetivo de esta iniciativa es la tan ansiada integración social y educativa de los menores inmigrantes en riesgo de exclusión.

«El problema es que cuando llegan por culpan de barreras importantes como el idioma, la cultura o una base educativa distinta se encierran en sus familias o en los grupos de su país. Lo que intentamos es que se integren a través de diferente actividades», aseguró Karidad Hernández, que trabaja como voluntaria del citado programa.

Buscando este fin, la Cruz Roja han creado una experiencia piloto a través de la interacción con perros de agua. «Son unos animales adiestrados para la realización de terapias asistidas. En muchos casos los menores tienen problemas de atención u otros problemas personales o familiares que guardan celosamente en su interior y no les permite abrirse a los demás. Estos animales están entrenados para estimular a la persona estableciendo una relación en la que no se siente juzgado y eso facilita nuestro trabajo», expuso Pablo García, encargado de planificar las actividades de ocio.

Piedras en el camino

Una vez que rompen las barreras iniciales, los técnicos y especialistas ya pueden ayudar a estos menores a integrarse en la sociedad; a no tener miedo de interactuar con otras personas y a conseguir de los menores la confianza suficiente para afrontar los problemas que surgen en el día a día. «Hay que tener en cuenta que muchos de estos niños sufren exclusión por ser de otro lugar o tener otras creencias o cultura. Ellos esto no lo entienden. En la escuela ven como el resto de sus compañeros no les facilitan el cambio, sino que les ponen más piedras en el camino».

Estos técnicos intentan ser la mano que ayude a estos pequeños inmigrantes; mientras que los perros consiguen que los niños se olviden de las dificultades que les rodean y se muestran tal y como son.