PAN Y CIRCO

PRESIDENTE FICTICIO

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El Cádiz CF ya tiene un nuevo presidente. Su nombre se pronuncia Enrique Huguet, pero se escribe Antonio Muñoz y es que todo va a seguir exactamente igual que en esta última década, aunque se empeñen absurdamente en vendernos lo contrario. Dicho de manera fea, Huguet es esa marioneta que tanto ansiaba encontrar Muñoz y tanto se ha hecho esperar por la falta de interés de casi todos los consultados. Unos pocos, en su enfermizo afán de protagonismo, se habían postulado por un puesto que, a la postre, es más un castigo que un premio, teniendo en cuenta los tiempos que corren para la entidad amarilla (que no azul, que ya no está de moda). El máximo accionista de la entidad - figura que en Andalucía acuñó Lopera- seguirá moviendo todos los hilos desde su hogar. Nada se hace en este Cádiz sin el visto bueno de Muñoz Vera, que para eso sigue poniendo los cuartos hasta que aparezca el loco que le compre el paquete mayoritario y apechugue además con un agujero más negro que el día del juicio final. Huguet es un personaje políticamente muy correcto. Cuenta con el visto bueno de la regidora casi perpetua de la ciudad; ofrece un discurso conciliador a cualquiera que le quiera escuchar, y sobre todo, sabrá acatar perfectamente todas las órdenes del patrón, condición sin la cual nadie hubiera accedido al cargo. Así que -dispuesto a asumir su cuota de protagonismo en esta triste y reciente historia del club- su figura puede resultar hasta masoquista. Tendrá que estar dispuesto a aguantar los palos que últimamente tan mal soportaba el que seguirá siendo presidente en la sombra. No cobrará un duro, que para eso ya está, y bien servido, Moyano y, al menos, le puede quedar el consuelo de ser el primer presidente ficticio del Cádiz que consiga un ascenso.

Suerte, paciencia y resignación serán los tres elementos fundamentales para que su figura no salga trasquilada.