el tranvía

El ejemplo de Esteban Vigo

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Esteban es de esos tipos que cae bien. Por su carácter, por su forma de implicarse en el trabajo, por su honestidad y por su coherencia. En Jerez dejó una huella muy profunda. Tanto que muchos pensamos cuando se fue que el club azulino no remontaría el vuelo, que tras obrar dos milagros consecutivos -una salvación una temporada y un ascenso a Primera en la siguiente- y su marcha nada volvería a ser igual. Y no lo ha sido, a pesar del buen papel de Gorosito hasta su espantada. El Xerez de Esteban era diferente, único. Tenía alma. Y personalidad, mucha personalidad. Logró enganchar a una afición necesitada de ilusiones y que no dudó en demostrarle un cariño que él todavía guarda en su corazón. Está ahora en el Hércules y se ha convertido en el entrenador ‘revelación’ del inicio liguero en la Liga de las Estrellas, tras ganarle al todopoderoso Barça en el mismísimo Nou Camp, y de hacerlo dándole toda una lección táctica al mismísimo Pep Guardiola. Su actual equipo proyecta ese alma que en Chapín conocen bien.

El lunes pasó unas horas en Jerez para firmar ejemplares de un libro sobre su vida, un trabajo del compañero Rubén Guerrero que todavía no he tenido oportunidad de empezar a leer, aunque pienso hacerlo en breve. Supongo que en el mismo se recogerán todas esas virtudes que han hecho del malagueño una persona especial, única y capaz de ganarse el respeto de la gente con su trabajo, un ejemplo para muchos.

El bueno de Esteban vino a decir durante su estancia en la ciudad que no le gustaría retirarse sin volver antes a entrenar al Xerez. Recordó que en sus dos etapas anteriores fue echado de mala manera e injustamente. No lo dijo exactamente así, pero no hacía falta, porque ésa es la realidad por mucho que él tratase de endulzarla con buenas palabras. La cuestión es que el club está en deuda con él. El destino seguro que prevé un reencuentro dentro de un tiempo. Y ojalá sea en Primera División, como él mismo dijo, porque así sería bastante más fácil para todos.

Quizá haya quien se pregunte que por qué dedico este especio semanal a un entrenador de fúbol que ni siquiera está ya en la ciudad. En primer lugar, porque considero que es de juticia, que se lo merece. En segundo, porque estoy convencido de que su figura puede servir de ejemplo a más de uno en esta bendita ciudad.

También porque uno a veces se cansa de escribir sobre las mismas cuestiones. Sobre todo de un tiempo a esta parte. Más aún porque uno sabe que en los próximos días tendrá que explicar muchas cosas de ellas. Como decía en estas mismas líneas semanas atrás, se avecinan curvas. Y de las peligrosas. Cuesta verle el final a este largo mes de septiembre. Y lo peor es que después vienen octubre, noviembre... y así hasta mayo del año que viene. Una locura.