A BUENAS HORAS
Pilar Sánchez quiere volver a presentarse a pesar de su nefasta gestión en la ciudad
Actualizado: GuardarNi soy un agitador, ni mucho menos me congratula que las cosas puedan irles mal a nadie, incluidas autoridades y personalidades de esta ciudad. Quizás por mi edad y formación (en un colegio de curas, por si hubiera alguna duda), estoy dotado de un espíritu de «buenísimo» impropio de la época que me ha tocado vivir. Soy de quienes seguimos creyendo en el ser humano, en sus posibilidades y en sus muchas virtudes.
Pero como siempre hay excepciones, cuando esta semana leía las declaraciones que mi entrañable alcaldesa pronunciaba ante un escueto aforo -formado por sus políticos afines, varios periodistas y algunos pelotas- en un escenario tan solemne como el Alcázar de Jerez, llegué a la inmediata conclusión de que mi próxima columna -ésta que ahora usted está leyendo-, necesariamente debía ir dedicada a Doña Pilar.
Hace ya algunas fechas la alcaldesa justificó su deseo de presentarse de nuevo como candidata al cargo y, así, poder completar su proyecto para esta ciudad. Me van a perdonar que sea indiscreto, pero como ciudadano debo preguntar en qué consiste exactamente ese proyecto. Hasta ahora, y van ya cinco años con Doña Pilar al frente de la alcaldía, el proyecto de ciudad no sólo ha ido dando vaivenes propios de quien gestiona los destinos de una ciudad sin tener las cosas claras (podría recordar los devaneos con la calle Porvera o la calle Honda), sino que, además, el balance de su gestión, por más empeño que pongo en verlo positivo, debe ser calificado de nefasto para Jerez.
Con Doña Pilar la economía local se ha ido literalmente al garete (el informe de La Caixa revela que el peso económico de Jerez ha retrocedido a niveles de 2002). Con la alcaldesa, el paro no ha hecho más que aumentar y eso que, en 2007, prometió trabajo de calidad para todo el mundo en una ciudad que posee actualmente una tasa de paro del 12'6 %, ostentando el dudoso honor de ser la tercera gran ciudad de España en número de parados, tan sólo por delante de Elche y Las Palmas. Con esta señora, la ciudad ha visto paralizado proyectos muy importantes (prometió que el Palacio de Congresos, aún estructura de hormigón, abriría sus puertas a mediados de 2009) y, a pesar de ello, sigue empecinada, por ejemplo, en iniciar los trabajos de un tranvía que ni Jerez demanda, ni nuestra economía puede soportar.
Ha sido capaz de lograr lo que hasta ahora ningún alcalde había conseguido: soliviantar a toda la plantilla de trabajadores municipales al retrasarles reiteradamente el pago de sus salarios. Incluso ha escandalizado con su vida personal, digna del mejor de los culebrones (no es necesario recordar aquí la historia protagonizada por Doña Pilar y su otrora guardaespaldas, novio, posterior jefe de alcaldía y marido).
Entenderán por todo ello, y otros muchos incumplimientos que silencio por estrictas limitaciones en el tamaño de estas líneas, que ahora venga a escenificar en el Alcázar un Jerez idílico, que en poco más de seis meses que quedan para las elecciones locales recibirá inversiones millonarias, que logrará un plan de ahorro orgullo de la nación y que nos convertirá en referente de las ciudades españolas, es algo tan increíble, que a mí particularmente me lleva a la reflexión que a continuación les dejo y que ruego nadie tome como algo personal. Va dedicada, sin excepciones, a todo aquél que ha hecho de la política su actividad profesional habitual.
Con una capacidad de síntesis que asusta, el brillante Sir George Bernard Shaw escribió una frase llena de sabiduría. Shaw, nacido en Dublín en 1856, fue escritor, crítico teatral, periodista y político socialista. Además, entre los méritos de este polifacético autor, destaca el hecho singular de haber sido la única persona que ha obtenido dos premios tan trascedentes y a la vez tan dispares, como el Nobel de Literatura, obtenido en 1925, y el Oscar en la categoría de mejor guión cinematográfico, que se le concedió en 1938 por la película 'My Fair Lady', basada en su obra 'Pigmalión'.
La frase a la que me refiero y que dejo a modo de reflexión, dice que: «Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos».