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Una protesta prefabricada en la aduana
Menos de un centenar de activistas se concentran en la frontera de la ciudad autónoma al grito de 'Melilla marroquí'
MADRID. Actualizado: GuardarEl gendarme marroquí mira a los dos niños con ternura. Les habla pacientemente y sin perder la sonrisa. Los dos menores, de unos diez años cada uno, lo escuchan atentamente pero dan muestras de no entender por qué les está obligando precisamente a ellos a salir del paso fronterizo donde medio centenar de activistas gritan '!Melilla marroquí!' , entre otros eslóganes. Los niños le hacen ver con gestos al policía que hay otros de su misma edad en la partida. El gendarme, que ya se ha dado cuenta de que varios periodistas españoles siguen atentamente su actuación, se muestra inflexible . Los niños desisten y se marchan sin alcanzar a comprender su expulsión. El más alto llevaba una camiseta de La Roja -con el 7 de David Villa, para ser exactos- y su compañero una del Barcelona. Su pecado, por lo tanto, habría sido ir con una indumentaria inadecuada a una protesta anti-española.
Esta escena glosa, en buena medida, lo forzado de la concentración que se vivió hoy en la denominada 'tierra de nadie' del paso fronterizo de Beni-Eznar. El Comité de Coordinación de Actores de la Sociedad Civil del Norte de Marruecos, dirigido por el popular Chouki Abdelmonaim, un clásico en todas los actos reivindicativos contra las dos ciudades autónomas españolas en el norte de África, apenas congregó a medio centenar de acólitos. La sensibilidad mediática que produce cualquier incidente en esta frontera hizo que los periodistas, españoles y marroquíes, sumaran un número idéntico al de los manifestantes; es decir, mucho ruido y pocas nueces.
La acción reivindicativa provocó menos tensión que los incidentes de agosto, cuando Melilla estuvo a punto de quedarse sin buena parte de sus suministros a causa del bloqueo fronterizo. En esta ocasión se puso de manifiesto que la policía marroquí cortó cualquier intento de ocupar la verja de acceso a España.
Todo ello, pese a que en una de las numerosas pancartas que exhibieron los manifestantes se proponía un «embargo global» sobre la ciudad «ocupada» de Melilla «en respuesta» a la visita de la cúpula del PP, un partido que calificaron de «derechista y extremista». De hecho, las iras de los congregados -al menos de los que dirigieron los cánticos- se cebó con la formación de Mariano Rajoy. Abdelkader Mohamed Alí, portavoz de las comunidades musulmanas de Melilla, reclamó al PP que «deje de zarandear las relaciones entre España y Marruecos» y advirtió de que si «persiste en su actitud» puede ser el responsable de que «salte una chispa». Alí subió el tono de sus críticas y aseveró que al PP sólo le interesa lograr «el voto racista».
Contra la conmemoración
El grupo, que ondeó banderas marroquíes y alguna palestina, sí logró la circulación sentido Marruecos-España de forma intermitente, aunque durante una media hora escasa. El objetivo inicial de la protesta era de clamar contra la conmemoración del 513 aniversario de la españolidad de Melilla. Un cordón de policías marroquíes y otro español impidieron que los concentrados pisaran suelo de la Unión Europea.
Entre los congregados se encontraba Amin Bakali, presidente de las Comunidades Islámicas Marroquíes en Europa. Bakali, que reside de forma habitual en Noruega, llamó «traidores» a los musulmanes residentes en Ceuta y Melilla que defienden que ambas ciudades son históricamente españolas. Otros organizadores, sin embargo, defienden que no guardan «ni rencor ni animosidad» contra los habitantes de Melilla y que sólo se limitan a reclamar «los derechos históricos de Marruecos» sobre esta ciudad.
Bakali reclamó que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aceptase poner en marcha una comisión para negociar el traspaso del control de ambos enclaves norteafricanos a Rabat. Chouki, por su parte, también solicitó al Gobierno de Marruecos que ofrezca una respuesta contundente al Ejecutivo español ante los «constantes casos de discriminación racista» en la frontera.
También hay que reseñar que algunos de los participantes, además de proferir gritos contra España, aprovechó para reclamar al gobierno de Marruecos la puesta en libertad del disidente marroquí, Chaki al Jayari, preso después de protagonizar una cruzada contra el tráfico de drogas en su país en la que arremetió contra la permisividad de ciertas autoridades.