Informativos que prefieren entretener o la dictadura de las audiencias
CHICLANA. Actualizado: GuardarLas fronteras entre géneros y formatos son más permeables que nunca. Ningún modelo clásico parece capaz de soportar la demanda de inmediatez y levedad que exige buena parte de la audiencia. Las informaciones largas, analíticas y contextualizadas, los reportajes reposados, las crónicas sembradas de datos y referencias se han convertido en una prueba de fondo para un público cada vez más acostumbrado a los titulares rápidos, a los contenidos ligeros y a los estímulos fugaces. Si la información es lenta o aburrida, naufraga. El escritor Alfonso Armada, corresponsal de larga trayectoria y director del Master de Periodismo de ABC, puso ayer sobre la mesa algunos de los «efectos perversos» que está acarreando esta tendencia generalizada. Cuando se hace sin medida, «las consecuencias son desastrosas». «Podemos distinguir perfectamente cuando una noticia se ha rendido por completo a los elementos que configuran el espectáculo: novedad y diversión. Con esos ingredientes se retroalimentan las informaciones, hasta el punto de que podemos acceder a muchas piezas y no llegar a tener claro qué es lo que está ocurriendo. O sea, que el objetivo final se dispersa y se pierde».
Armada considera que el fenómeno responde a «la ansiedad con que la sociedad vive, y a las imposiciones de la urgencia por estar entretenidos en un mundo que aparentemente no tiene sentido». A todo ello hay que sumar «la dictadura de las audiencias». «Si el medio no recibe una respuesta rápida y positiva del público, se plantea que algo no funciona. Muchas veces apenas hay margen para la reacción».