Alfonso Armada, Arcadi Espada y Albert Boadella, durante la conferencia de clausura de las jornadas. :: LA VOZ
Sociedad

«Mi imagen ha acabado falseada»

La charla entre Albert Boadella y Alfonso Armada puso ayer el punto final al curso por la Libertad de Expresión de la APC

CHICLANA. Actualizado: Guardar
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Cuatro días dan para mucho. Y normalmente, lo mejor casi siempre llega al final. Eso es lo que ha ocurrido con el II Curso Internacional por la Libertad de Expresión que la Asociación de la Prensa de Cádiz ha celebrado hasta ayer en Chiclana.

Con una débil presencia de público, apenas una veintena de personas en algunas de las ponencias, lo más interesante de lo ocurrido en el Teatro Moderno ha sido, justamente, lo que decían los oradores invitados al debate.

Un buen ejemplo se vivió ayer, en la que debía ser y fue la jornada de clausura del curso.

El actor y dramaturgo catalán Albert Boadella, y el periodista Alfonso Armada, compartieron escenario durante poco más de hora y media con el moderador, Arcadi Espada. En su charla, amena e instructiva sobre la relación que tienen los medios con el arte, el máximo exponente de Els Joglars durante medio siglo confesó algunas de sus cuitas particulares.

«Yo me he acostumbrado a hablar con titulares; la influencia mediática sobre mi persona me ha hecho cambiar la vida». Esta aseveración demuestra lo que muchos ya sabían; los medios de comunicación tienen una relación muy directa y estrecha con los artistas, sobre todo con aquellos que utilizan, como reconocía Boadella, el «espectáculo», para «atraer espectadores y vender entradas».

Durante su intervención en Chiclana, el artista se mostró cercano, y cálido, pero inquietante en ocasiones.

«En general, la imagen que se ha dado de mi durante los últimos años ha acabado falseada por ese juego de atracción y rechazo que he tenido con los medios de comunicación, en particular con los medios catalanes», aseguró Boadella.

«¿Caña?, ¿a quién?»

Y es que Cataluña, tierra natal del autor, ya no es su lugar de residencia. «Prácticamente no puedo pasearme ni 10 minutos por territorio catalán sin que me llamen fascista; es curioso, porque en Madrid la gente me para y me dice, ¡venga, dales caña!; y yo pienso, ¿caña?, ¿a quién?», bromeaba.

Esa relación amor-odio entre los medios de comunicación y el resto de la sociedad que Boadella trató de explicar anoche en su intervención, ha sido sin duda una de las conclusiones más nítidas que se pueden extraer de las ponencias que se han desarrollado en el ciclo que dio comienzo el pasado lunes.

Tanto con el ámbito político como con la ética, la ciencia, el feminismo o el espectáculo, la noticia como género periodístico se enfrenta, se posiciona, se diluye, combate o se necesita de manera atroz.

«Los medios son una máquina de fabricar entretenimiento, y eso pervierte la noticia; entre todos estamos pervirtiendo el periodismo», apuntó el escritor Alfonso Armada.

Aunque esta autocrítica siempre viene bien, el problema, como ha quedado demostrado en las ponencias del curso, es quién escucha estas reflexiones. El propio Boadella escribió hace algunos años; «de nada sirve tratar de comunicar al público aquello que no quiere leer; al final, todos buscamos que nos ratifiquen nuestra visión de las cosas». Pues eso.