Cuatro narcos reducen la pena de cárcel a la mitad al confesar el tráfico de coca

Cuatro narcos de diversas localidades de la costa Noroeste y Jerez, que fueron detenidos en julio de 2007 como miembros de una red de tráfico de cocaína, llegaron ayer a un acuerdo con la fiscal Antidroga de Jerez para reducir a la mitad las penas de cárcel que se les pedían, a cambio de confesar su participación en esta trama y renunciar así a cualquier recurso a la sentencia condenatoria.

Al existir conformidad, el juicio contra esta banda que distribuía cocaína desde Rota hasta Chipiona, Jerez y El Puerto, no se celebró ayer como estaba previsto, en el tribunal de la sección cuarta de la Audiencia.

Los dos principales acusados, de los ocho que estaban procesados en la causa -una pareja formada por Juan Ramón R. L. y la boliviana Norah A. S. C, residentes en Rota- han sido declarados en rebeldía, al no darse con su paradero. El resto, en cambio, llegó a un acuerdo muy favorable: en el escrito de acusación inicial, la Fiscalía solicitaba penas de siete años de cárcel para tres de los supuestos cabecillas -entre ellos, los rebeldes-, de los cuales uno, Jesús P. L, la ha reducido a tres años y medio. Para el resto, la fiscal solicitaba cuatro años de prisión que se quedarán en sólo un año y medio, aunque deberán cumplirlos en la cárcel porque contaban con antecedentes.

En las conclusiones finales, la fiscal ha llegado a retirar la acusación a dos de los procesados: a uno, José S. R, porque ya había sido condenado en 2007 por el alijo de cocaína por el que se le volvía a juzgar ahora.

Y a la segunda, Ilda M. C. C. (de origen colombiano), porque la fiscal considera que no participó en la trama de narcos. Sólo encubrió a su pareja, Luis Antonio B. L. (también colombiano), que ha sido considerado un mero «conspirador» en el delito, en lugar de autor, ya que en su casa de Jerez sólo se encontró material para cortar cocaína, pero no droga. Los otros dos sentenciados a un año y medio de cárcel son Luis N. V, -dueño junto a Jesús P. L. de un concesionario de Chipiona que utilizaban para almacenar droga y reunirse con los socios- y Bartolomé C. P, también vecino de Jerez.