Un momento de la actuación de Macarena de Jerez en el coso taurino. :: JAVIER FERNÁNDEZ
LA CRÍTICA

El rescate de la bulería no llegó a meta

Momentos de brillantez dan luz a una fiesta que no terminó de encontrarse a pesar de contar con un cartel de calidad sostenible

JEREZ. Actualizado: Guardar
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La plaza de toros de la ciudad fue el lugar donde, como cada año, salvo alguna excepción, se celebró la Fiesta de la Bulería, que va ya por la XLIII edición.

Una noche diferente en la que el poco público asistente respondió. Diferente porque el orden de actuaciones se alteró por motivos de agenda de alguno de los participantes en la velada, aspecto éste que no afectó sobremanera. Abrió la edición Juan Moneo 'El torta', que en un principio se reservaba para el final de la noche, en el que un mano a mano que se presentaba como antológico se quedó en un teoría no llevada a la práctica. Junto a sus habituales acompañantes, el de la Plazuela se mostró espléndido de facultades conforme iba haciendo voz en cada cante, desde las alegrías con las que comenzó hasta la bulería por soleá y los tangos en los que resonó el mejor eco Moneo.

Tributo al culto, sus bulerías 'Colores morenos' y de nuevo compás acordándose del torero por excelencia de Jerez, El de Paula dejo claro que lo suyo lo lleva en la sangre, y que cuando el duende quiere asoma la cabeza, aunque sea por momentitos. Una pataita de Gema Moneo despidió al cantaor de la afición.

Un sentido recuerdo al desaparecido Fernando Terremoto en palabras del presentador, cedió el testigo a Macarena de Jerez, que rescató tientos-tangos, malagueñas, bulerías por soleá y bulerías con pataita de la protagonista y del siempre sorprendente 'Bo'. La guitarra de Juan Manuel Moneo, que hizo doblete, asumió su rol con solemnidad.

Un cantaor que lleva años intentando labrar un camino, difícil camino. Con él se cumple el dicho «el que la sigue la consigue». David Lagos, junto a su hermano Alfredo, no hizo sino mostrar que el cante es lo suyo. Desde el martinete con el que se templó hasta la cabal con la que engarzó éste, ya se vio el genio y figura. Las malagueñas las domina como pocos, y más la de Chacón. Tangos a Juan Belmonte, alegrías y cantiñas de la 'Mirris', y bulerías para terminar. La parte acompañante se quedó en admirable, nada más y nada menos. Va siendo hora de que Jerez aprecie a algunos de sus artistas como se merecen, y éste es el caso de estos dos hermanos. Del barrio de Santiago cubrió el expediente Fernando de la Morena, acompañado de Fernando Moreno. Queriendo rescatar la esencia y el objetivo de esta fiesta, bulerías y más bulerías regaló con un sello tan personal como fundamental. Unos fandangos muy 'sui generis' hilvanaron las bulerías del cantaor.

Tras un descanso y los cánticos del público «donde están las neveras», fruto de la prohibición de entrar con éstas en la plaza tal que si estuviésemos en un campo de fútbol, el baile entró en escena. Andrés Peña regaló martinete y seguiriyas y como cierre soleá. Derrochó energía y expresividad en un baile muy varonil. El fín de fiesta era de lo más esperado, y quizás el que hizo que se llenaran las cerca de dos mil localidades del coso taurino.

Capullo de Jerez y José Ignacio Franco a la guitarra levantaron al público, lo hicieron bailar hace compás y disfrutar como enanos. Soleá, tangos y bulerías para dejar buen sabor de boca al público, que aún así parece que no acaba de convencerse de esta fiesta en la que debería haber un cambio de guión. Sobre todo, si se quiere mantener esta tradición que nació con intenciones diferentes a los argumentos de este año.