La competitividad de España se viene abajo
Un informe del Foro Económico Mundial valora de forma muy negativa la rigidez del mercado laboral y el deterioro financiero
MADRID. Actualizado: GuardarUn mercado laboral que sigue siendo poco flexible y el deterioro que la crisis internacional ha provocado en el sistema financiero son los principales motivos para que, en la lista de las 139 principales economías del planeta, España quede en la posición 42, equiparada con Puerto Rico y por debajo de Estados Unidos, Japón y los principales socios comunitarios, pero también de Corea, Arabia Saudí y China, en una relación que por segundo año consecutivo lidera Suiza. España ya había descendido cuatro escalones en 2008, cuando cayó del puesto 29 al 33.
El informe de este año, correspondiente al pasado ejercicio, se presentó en Pekín. Lo elabora un equipo de trabajo coordinado por el español Xavier Sala i Martín, profesor de la Universidad neoyorquina de Columbia, que evalúa doce factores de competitividad agrupados en tres bloques: las bases para el desarrollo económico, los indicadores de eficiencia y los elementos de innovación.
En plena crisis financiera y económica internacional, entre los años 2008 y 2009, España descendió nueve puestos, un retroceso superior al de Grecia, que en ese mismo plazo pasó del lugar 67 al 71. A otra escala, llama la atención la paulatina caída de Estados Unidos. Tras perder el liderazgo mundial en 2008, en esta ocasión ha bajado a la cuarta posición. Todo apunta a que los analistas han tomado en cuenta factores del «clima» institucional, junto a la rapidez con que se está produciendo un deterioro de las cuentas públicas, que contrarrestan la todavía formidable capacidad norteamericana de competir en otros mercados.
El examen de España presenta una trayectoria negativa muy clara en el mercado laboral y el ámbito financiero, pero algunos indicadores -evaluación del marco institucional, nivel de salud, formación primaria- resultan poco compatibles con otras mediciones. Resultan justificados el aprobado alto en infraestructuras, o el suspenso en estabilidad macroeconómica, pero los niveles asignados a salud y enseñanza primaria o al marco institucional no se corresponden con la superior calificación reconocida a otros países por este concepto.
Un escenario cambiante
España se mantiene en el puesto 38 en los requerimientos básicos para competir. Ha bajado del 49 al 53 en el marco institucional, en especial por el aumento de la corrupción. Por el contrario, la situación de sus infraestructuras -eficiencia del transporte y telecomunicaciones- mejora claramente, y pasa del lugar 22 al puesto 14. El abultado déficit fiscal penaliza la evaluación de estabilidad macroeconómica, donde se hunde en el puesto 66 desde el precedente 62. Pero no resulta fácil de interpretar que España descienda al puesto 49 desde el 38 en la medición de la sanidad o el estado de la enseñanza primaria.
La eficiencia, a peor
España retrocede desde el puesto 29 al 32 cuando se examinan sus indicadores de eficiencia. El principal culpable es la medición de la competitividad del mercado laboral que, por falta de flexibilidad, le lleva a descender a los niveles más bajos. Si en 2009 ocupaba el puesto 97, ahora aparece en el lugar 115, superada por la gran mayoría de los países desarrollados y casi todos los emergentes. El informe refleja el deterioro de los mercados financieros y en especial las escasas opciones de financiación a las empresas. La 'estrella' de este grupo es la apertura del mercado español al sector exterior, donde se alza hasta la mejor posición -el puesto 13- del conjunto de indicadores. La adecuación de la enseñanza superior al ámbito del trabajo mejora, pero en tecnologías de comunicación y desarrollo de redes España mantiene 29 países por delante.
Insuficiente innovación
La nota de España en innovación también empeora. El descenso del puesto 35 que ocupaba en 2008 al 41 en 2009 tiene como principales causas la menor puntuación que obtienen las condiciones para desarrollar redes de negocios -donde se pasa de la posición 28 a la 35- y la capacidad de innovar e integrar tecnologías, donde también computa la calidad de las instituciones científicas, con un retroceso al puesto 46, desde el 40 que ocupaba el año precedente.