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Las cuevas de Marimoco

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Una Historia Inmortal' es de las películas más sugestivas y menos conocidas de Orson Wells, en la cual desarrolla un cuento de la escritora danesa Isak Dinessen conocida por sus 'Memorias de África'. Wells la rueda en el pueblo madrileño de Chinchón reconocible bajo un leve decorado mediante rótulos chinos que remite al Macao del relato: la historia de un viejo comerciante quien para conciliar el sueño hace que un empleado lea libros de contabilidad; como quiera que al avanzar la edad no consigue dormir, el contable sugiere leer otros libros que narran ficciones; el viejo no comprende el interés de historias que nunca ocurrieron. Replica su ayudante que todos los marineros cuentan algo que nunca ha ocurrido: vagando por los muelles le aborda un viejo acaudalado quien propone que fecunde a su mujer a cambio de una guinea de oro; lo hace por asegurarse un descendiente que herede su fortuna. La soberbia del personaje que interpreta Wells le conduce a hacer real al menos una vez el sueño de los pobres marineros para lo cual contrata a una prostituta que interpreta Jeanne Moreau.

Hay en la ciudad de Cádiz un espacio que siempre ha inducido las más diversas fantasías: un entramado de galerías subterráneas conocidas como Cuevas de Marimoco, restos de la red de minas construidas por los ingenieros militares del XVIII mediante bóvedas de cañón que formaron parte de las defensas de la plaza, a su través se desplazaban las tropas entre las fortificaciones y hacia el interior y el exterior de la ciudad; sus accesos desde la playa Santa María del Mar se abrieron cuando el oleaje deteriora el lienzo de poniente de la muralla. En una conocida taberna del Barrio de Santa María, regentada por un cocinero de barco tan habilidoso como todos quienes ejercen sobre las aguas donde el mayor placer es la comida, escuché el relato de un embarcado, como llaman en Cádiz a los hombres de la mar. Siendo joven paseaba descalzo por la arena cuando las luces anaranjadas del crepúsculo iluminan la embocadura de una de las antiguas minas ofreciendo a la ansiosa imaginación del muchacho un sugerente contorno de mujer; con pasión que hacía verosímil la narración dijo que al trepar encontró en el interior de la bóveda a una joven solitaria y hermosa quien sin mediar palabra ofreció toda su piel liviana para los besos. Un parroquiano comentó conocer esa historia inventada que, de últimas, revela la secular lucha entre Eros y Tanatos, la fuerza del deseo como aspiración de inmortalidad.