El presidente Obama, ayer durante la presentación de su plan económico en Ohio. :: REUTERS
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Obama busca la reconciliación con la clase media en su campaña electoral

El presidente de EE UU anuncia recortes de impuestos y presenta un plan económico para mejorar el transporte y crear nuevos empleos

WASHINGTON. Actualizado: Guardar
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Barack Obama está en pie de guerra. Faltan 54 días para las elecciones legislativas de noviembre y necesita desmontar todos los ataques que ha lanzado la oposición contra él en el último año y medio. Armado con recortes de impuestos para la clase media y un montón de crudas verdades que se ha ido tragando, ayer volvió a Cleveland (Ohio), el escenario donde el líder republicano John Boehner pidió hace dos semanas la dimisión de su equipo económico.

«Hubiera estado bien si hubiese admitido los errores de su partido, que ha estado ocho años en el poder, y ofrecido un plan factible para resolver los problemas de nuestro país, pero no fue así», le recriminó Obama. «No hubo nuevas políticas ni nuevas ideas. Solo la misma filosofía que ya hemos intentado en la última década y que nos metió en este hoyo: reducir los impuestos a los millonarios y eliminar regulaciones para las corporaciones».

Con toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado en juego es hora de marcar las diferencias y poner los puntos sobre las íes. Obama apuesta toda su baza electoral a la clase media, a la que dice servir. Por eso, ayer propuso prorrogar los recortes de impuestos de Bush al 95% de los trabajores, o aquéllos que ganan menos de 250.000 dólares al año (196.500 euros). Paralelamente, se niega a extenderlos a los «aproximadamente 100.000 tipos que ya son millonarios», como pide la oposición. Para ellos, recordó, las contribuciones simplemente volverán al punto en el que estaban cuando Bill Clinton era presidente, «Para los que claman que eso es una mala política para el crecimiento económico y las pequeñas empresas, dejadme recordar que con esos tipos de impuestos este país creó 22 millones de puestos de trabajo, aumentó los salarios y tuvo el mayor superávit de su historia», añadió.

Era el complemento económico de una estrategia electoral destinada a devolver a las bases la esperanza de un futuro mejor, ahogadas por la lenta recuperación económica. El presidente de la Casa Blanca ya anunció el lunes, Día del Trabajo en EE UU, un nuevo plan de estímulo económico de 39.300 millones de euros.

Apuesta por el transporte

Obama quiere reforzar con la inversión los transportes en los próximos seis años porque «no hay razón para que Europa o China tenga los trenes más rápidos y los aeropuertos más modernos», clamó. «No quiero ver las placas solares o las baterias de los coches eléctricos hechas en Europa o China sino aquí en EE UU, por trabajadores estadounidenses».

El presidente norteamericano cree que apostar por infraestructuras es la mejor receta para crear empleo, un sector descuidado en la última década en favor de la construcción. «Cuando el mercado inmobiliario se derrumbó y nos golpeó la recesión, uno de cada cuatro puestos de trabajo que se perdieron era en la construcción», recordó.

El plan de Obama para promover el crecimiento financiero, dijo, es también la mejor forma para paliar el déficit que tanto preocupa a los estadounidenses, espoleados por la oposición y la memoria de Grecia o España. Sin embargo, los electores no podrán ver la bonanza económica que promete el mandatario antes de votar en noviembre. Las propuestas aún tienen que ser aprobadas en el Congreso y cuando se haga tardarán en dar frutos. De ahí que la pasión de sus discursos sea la mayor esperanza del partido demócrata para mantener sus escaños en el Congreso.