Afganistán prepara su respuesta
Los líderes islámicos del país amenazan con un «baño de sangre» a Occidente si se produce la «afrenta al Islam»
HERAT. Actualizado: GuardarMujib Rahman, de 25 años y uno de los oradores más jóvenes e influyentes de Afganistán, prepara su discurso para la oración del viernes. Pese a estar en el final del Ramadán y a las puertas de una de las fiestas religiosas más importantes del año, Rahman se centra en la posible quema del Corán por parte de una iglesia de Estados Unidos. El anuncio lanzado por el pastor Terry Jones ha calado hondo en la comunidad de creyentes del país, quienes exigen a Washington «acciones rápidas y efectivas para impedir que se lleve a cabo esta afrenta al Islam», explica el religioso. Rahman piensa en voz alta mientras sujeta con una mano el bolígrafo y con la otra juguetea con su barba. «La reacción de la gente es imprevisible y, si se cumplen la amenaza, los occidentales en países musulmanes no volverán a estar a salvo. Esto es mucho más grave que las revueltas provocadas por las caricaturas del Profeta. Será un baño de sangre», augura este orador célebre por su oposición a la presencia de fuerzas extranjeras en Kabul.
El responsable de la asamblea de ulemas de la provincia de Herat, Mohamed Kebabiani, se expresa en términos más moderados pero coincide en la «respuesta violenta que generará en las calles y que se volverá contra las fuerzas extranjeras». La quema del libro sagrado fue el tema central de la reunión urgente convocada ayer por este consejo religioso para analizar sus consecuencias.
«Si alguien prueba que los atentados del 11-S fueron cometidos por un musulmán es un crimen del individuo, no de todos los musulmanes del mundo», argumenta este anciano que dirige la madrasa Darul Ulum Ghiasia, la más importante al oeste del país. Rahman y los seguidores que comparten sala de estudio con él piensan que «las fuerzas de seguridad norteamericanas deben rodear esa iglesia y detener a sus miembros para prohibir la quema. Si son capaces de matar civiles afganos en caso de que sea necesario para la seguridad de sus militares, ¿no son capaces al menos de detener a estos locos para evitar males mayores?», se preguntan. De la misma manera que Kebabiani, Rahman defiende que los atentados del 11-S no fueron «una acción islámica». «Si hubiéramos tenido la más mínima idea de lo que estaban planeando habríamos hecho lo imposible por detenerles», explica el religioso veinteañero.
El lunes, un grupo de quinientos manifestantes se reunió a las puertas de una mezquita de Kabul y al grito de «¡Muerte a América!» quemaron banderas de Estados Unidos y un muñeco que representaba al pastor evangelista Terry Jones.