El triple de Teodosic acabó con las ilusiones de España. En la imagen, el banquillo de 'La Roja' abatido en los instantes finales del partido. :: AFP
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España cierra su ciclo dorado

Un triple imposible de Teodosic a tres segundos del final elimina a la 'Roja' y culmina la venganza de Serbia

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'Ocbeta'. Así rezaban algunas pancartas en serbio visibles solo a raíz de que su selección se plantó en las semifinales de un Mundial que desde ayer tiene el trono vacante. Venganza. Teodosic la plasmó como más duele. A falta de tres segundos para el final y dos para finiquitar su posesión. Clavó un triple aprovechando el cambio de marca entre Llull y Garbajosa. Fue la conclusión de un episodio que se veía venir. El genial base del Olympiacos en absoluto fue ayer merecedor del honor de firmar el decreto de eliminación de España. De hecho, llevaba 1 de 7 en lanzamientos desde la línea mágica hasta que surgió de sus entrañas ese arrebato de confianza que deshizo el empate a 89. Nada que ver con la exquisitez de Bjelica (3/3) y Keselj (5/6) en el noble arte de clavarla desde lontananza. Pero el destino elige a sus héroes con una arbitrariedad atroz y fue un jugador que arrancó el campeonato sin jugar los dos primeros partidos por sanción -por los incidentes en el amistoso con Grecia- el que se cobró la factura pendiente desde la final del Eurobasket de Polonia. Incluyó los intereses del año de espera.

«Extremadamente igualado». Scariolo dio de pleno la víspera en el vaticinio, pero pareció estar más disperso en la elección de las lecturas clave del partido. Todo se redujo a un descenso a tumba abierta, un lapso de 25'8 segundos en los que ambos equipos depositaron sus esperanzas. El tiempo muerto previo resultó vital. Serbia y España volvieron al parqué sin atreverse a mirar el 89-89 que escupía el luminoso, posible gracias a un triplazo de Navarro y un mate de Gasol. Ivkovic acumuló cinco tiradores en el rectángulo. Teodosic, Tepic, Keselj, Savanovic y Velickovic. Los dos exteriores no habían tenido su día (1 de 11 entre ambos), pero los otros tres mantenían sus guadañas afiladísimas (13 de 19). El quinteto de 'La Roja' iba a aplicarse en defensa. Teodosic inició una interminable relación con el balón. Bote a bote se zafaba de la presión de Llull mientras las líneas de pase se mantenían cerradas a cal y canto. Pero el crono avanzaba en su cuenta atrás y con ello la eterna duda. ¿Apurar la defensa o buscar la falta para disponer del último balón del partido con cierto margen de segundos? Todo salió mal. Anotó Teodosic y Esaña solo recibió el cambio de tres segundos en los que convirtió el milaro en una pérdida y su claudicación.

Adiós a una genética metálica, a la asiduidad en los podios internacionales, al ciclo que mereció el rango desde su arrancada en 2001 con el bronce en el Eurobasket de Turquía. Llegaron después la plata continental en Suecia (2003), el título Mundial en Saitama (2006), la plata europea en Madrid (2007), la argenta olímpica de Pekín (2008) y el título continental del año pasado en Polonia. Ahora deberá purgar sus pecados en una doble infame presencia el viernes y sábado en la lucha por los puestos del quinto al octavo.

Como ocurre en todas las disciplinas deportivas. Según Serbia convirtió su euforia en una montaña humana sobre la madera del Sinan Erdem de Estambul, afloró el entrenador que todo aficionado lleva dentro. Se verificó en el partido más trascendental, el que había sido etiquetado como diferenciador entre el fracaso y la posibilidad de éxito, que las bajas, bajas son. Que no es lo mismo contar ya no con un jugador como Pau Gasol, sino con la confianza y poso que le da a un equipo tenerlo en sus filas. Que maldito el momento en el que Ricky Rubio olvidó por algún vericueto su magia, su clarividencia para conectar con sus compañeros, coincidiendo con la asuencia de Calderón. Que si este equipo no defiende no cree en sí mismo. Que cuando eso ocurre recibe una barbaridad de puntos y se desfonda en luchas secundarias frente a árbitros (lo que le permitieron ayer a Velickovic no está en los escritos, como sucedió la víspera con Oberto sobre Splitter) y marcadores en contra.

Se puede corroborar, también, la limitada confianza de Scariolo en propuestas alejadas del plan establecido. El torneo ha presentado un encefalograma plano en lo concerniente a variantes, a hacer cosas, a intentar cambiar los rumbos erraticos. Salvo el puntual acto de presencia del equipo B, que ayer volvió a relativizar el acelerado inicio del quinteto A. Tarde o temprano acaban por ser necesarios los cambios, el hacer algo, pero no es lo mismo testar en la soledad del entrenamiento que con la tensión de la cita oficial. Ayer apareció la zona en el tercer cuarto y de entrada no fue mal, pero llegó acompañada de tres faltas consecutivas en ataque de Reyes y Fran Vázquez (2). Y cuando las personales y la escasa serenidad maniataron definitivamente a Rubio, Llull fue la elección. Lo peor que le puede ocurrir a un equipo es que sorprendan negativamente sus pasos en los momentos cruciales, que extrañen. Ayer hubo muchos frotamientos de ojos, purita incredulidad.

¿Es cruel centrarse en una jugada, en una moneda al aire que puede caer al cincuenta por ciento de una u otra cara? Quizá, pero es lo que hay. España había sobrevivido a minutos estelares de los tiradores serbios, al coraje de Krstic en la pintura, a series de despropósitos con un resbalón aquí, un traspié allá o un balón que se escapa de las manos. Todo lo había reconducido con lo que nunca falla, léase Juan Carlos Navarro (27 puntos y 5 asistencias), más la finura en el triple de Garbajosa lanzando con ventaja (4 de 6) y los escasos balones recibidos por Marc Gasol, quien hizo pasar por el aro seis de los siete que le cayeron en la pintura. Incluso Rudy se había venido arriba tras ser destrozado en defensa por Bjelica en la primera parte.

Pero quedaba un detalle crucial. Acertar con esa última acción. Elegir bien. Scariolo achacó la decisión de defender hasta el final a que tenía enfrente cinco buenos tiradores que anotarían los libres en caso de hacer falta. En eso chocó con la mayoría de su profesión. Cuando hay tanto en juego, suele ser más eficaz disponer tú de la última bola con un puñado de segundos suficiente para buscar una canasta o una falta. Permitir un triple como el de Teodosic te envía al infierno, que es donde ayer durmió España.