SÍNDROME POSTVACACIONAL
Actualizado: GuardarLa vuelta a la realidad no resulta sencilla y eso que agosto ha sido un tanto atípico; he visto imágenes que valen un potosí sobre la visita institucional a las obras del puente; he oído a políticos declarar no tomarse vacaciones, y confieso haberme enganchando a una que otra serie, en fin, un agosto muy extraño. Pese a la rareza del mes no se abandonan ciertos ritos para superar el llamado 'síndrome postvacacional', ese mismo que algunos psicólogos aseguran que no existe y que tan sólo responde a un trastorno de ánimo superable en unos días. La tarde del lunes pasado vi a mucha gente ojeando esos fascículos por entregas, los mismos que como cada final del verano ocupan los espacios publicitarios de la cadenas televisivas, y tuve la oportunidad de compartir librería con una pareja que dudaba entre entregarse a la «fasciculada» de los abanicos, o a la de los pitos de reclamo de pájaros. Entonces reparé en que estas entregas deben responder a un fenómeno sociológico complejo: ya que no sólo ayudan a encontrar alicientes para retomar la rutina, sino que también pueden inducir a adoptar actitudes reivindicativas. Pongamos el caso: si una semana se recibe el pito para llamar al jilguero y no el del ruiseñor, tal y como se esperaba, seguro que se reclama a la empresa que lo comercializa lo pactado. Imagínense que diferente podría ser si en vez de manifiestos y declaraciones irresponsables sobre si es pronto para hablar de la recuperación de Puerto América, pudiésemos exigirles a los que gobiernan qué, tal y cómo nos prometieron al principio de sus entregas, cumpliesen sus promesas. Quizá, y digan lo que digan los psicólogos, todo lo anterior se deba a que no es tan transitorio el trastorno de ánimo.