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Cientos de mujeres y niñas violadas en Congo ante la pasividad de la ONU
Naciones Unidas admite que los cascos azules no impidieron los abusos cometidos por rebeldes ruandeses y milicianos mai mai en sólo dos días
Actualizado: GuardarNaciones Unidas ha reconocido que 240 mujeres, niñas e, incluso, bebés, fueron objeto de violación por guerrilleros en ataques producidos contra aldeas de la provincia de Kivu Norte, en el extremo oriental de Congo, entre los días 30 de julio y 2 de agosto. Las primeras estimaciones apuntaban a que el número era de 179, pero portavoces de la Monuc, la fuerza internacional de estabilización en el país, han aumentado el número de víctimas, aún provisional.
También prosiguen las investigaciones para aclarar cómo se pudieron realizar tales incursiones sin que actuaran los cascos azules, establecidos a treinta kilómetros de las poblaciones donde sucedieron los hechos. Roger Meece, representante de la ONU en la república congoleña, ha reconocido que se conocía la presencia de hombres armados en la zona, aunque ha señalado que no había noticia de que se preparasen operaciones contra la población civil. El delegado ha señalado que en los días posteriores el contingente accedió a los núcleos blancos de las agresiones sin que los pobladores dieran noticia de lo ocurrido.
Los rebeldes de las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR), junto a milicianos mai mai, son acusados de perpetrar los ataques. Aunque sus mandos lo niegan, los refugiados hutus son señalados como instigadores de una ola de terror en la zona de Walikale, una vasta extensión aún más extensa que Ruanda, país de procedencia y del que huyeron tras la victoria militar de Jean Paul Kagame y los combatientes tutsis.
Cinco millones de muertos
Su presencia en Congo es uno de los factores determinantes de la violencia y penuria sufridas por la región y que ha provocado ya unos cinco millones de muertos en los últimos quince años. El FDLR consiguió controlar el 40% del territorio congoleño de los Grandes Lagos, rico en minerales, y fomentó la aparición de réplicas como los grupos armados banyamulenges, apoyados por el Gobierno de Kigali. Los mai mai son bandas de origen difuso, a menudo ligadas a comunidades tribales, pero también vinculadas a señores de la guerra, y sus relaciones con los principales grupos también difieren en función de intereses particulares.
Las agresiones sexuales son un fenómeno masivo, acentuado a partir de 2006. Además de ser un instrumento de terror con fines bélicos, fuentes de International Rescue Committee, ONG que apoya sobre el terreno a las personas afectadas, indican su conexión con creencias como la de que el sexo con niñas vírgenes cura el sida o con bebés proporciona longevidad.
La atmósfera de impunidad ante este tipo de delitos también ha favorecido su extensión y aplicación por todos los agentes implicados en el conflicto. Muy pocos casos se denuncian y menos aún son los que siguen adelante por la vía judicial. Las sentencias condenatorias no se aplican y los encarcelados pueden salir de la cárcel por el pago de unos cinco dólares. Además, existe el riesgo de que las víctimas sean estigmatizadas por los suyos y abandonadas por sus maridos. Sin embargo, tan sólo en el primer trimestre del pasado año, se registraron 2.089 casos en la provincia de Kivu Sur.