Lo que está por venir
La vocación del presidente Zapatero es la de un devoto por el poder, por permanecer en él
Actualizado: GuardarAgota arrancar el curso político con los mismos actores. Es tan mediocre la función y tan previsible el reparto que dan ganas de mirar a otra parte. Y no precisamente a Shanghai, donde ha reaparecido el Zapatero más auténtico, o sea, el inconfundible: el que dice sin decir, el que hace sin hacer; el que anuncia y justifica sus pasos en los errores que otros cometieron en el pasado. El presidente tiene poco margen para todo. Él mismo es el hombre sin margen ocupado en demostrar todo lo contrario. Pero su margen es el de los demás, y ese es el que quiere laminar. Patxi López lo ha visto, y se prepara para decir basta. Cuestión de honor, de dignidad, de coherencia. Todo eso con lo que Zapatero se llenaba la boca y ahora desprecia con una naturalidad que asusta.
Del viaje a China los periódicos destacaban ayer que ha prometido a los chinos flexibilizar los visados para que aflore el turismo en España. ¿Qué me dicen? Pues nada, pensemos en China y sonriamos con el muñeco Miguelín mientras aquí contamos parados y asumimos que seremos los últimos en salir de la crisis. No nos perdamos en la oscuridad en la que Zapatero se mueve con maestría. Sonríe al chino, sonríe al PNV, y a UPN, y a Coalición Canaria, y a CiU. Su vocación es la de un devoto por el poder, por permanecer en él. Si tiene otra yo no la conozco, o no la explica. En una frase y por ser muy expeditivo: no sé de qué va Zapatero.
Verle en Shanghai justificar sus juegos florales con el PNV ha terminado por confirmar su escasez de principios. Un dirigente se puede equivocar, y puede y debe asumir sus errores con honor; puede decir una cosa y la contraria -es política, ya lo sabemos-; y puede anunciar que hará algo que luego las circunstancias justificarán que quede olvidado. A estas alturas puedo imaginar todo cuando pienso en Rodríguez Zapatero. Una vez creí que tenía una idea, hoy creo que tiene un agujero negro en su cabeza; que tenía unos principios, hoy creo que se sostiene en una panoplia de conveniencias e intereses; que tenía un mensaje, hoy pienso que solo tiene una estrategia: la del poder. Lo he confirmado cuando le he escuchado justificar sus errores futuros -la forma en que se va sostener en el PNV para no convocar elecciones-, recordándonos que eso mismo hizo Aznar. Me faltaba por confirmar algo: que sus niveles éticos estaban a esa altura. Ahora ya no tengo dudas. Creo que tampoco las tienen López, Barreda, Vara, Areces, Gómez.
El PNV ha puesto sus condiciones para apoyar los Presupuestos y que Zapatero no se vea obligado a adelantar las elecciones: más autogobierno y que en el País Vasco gobierne la lista más votada. De lo primero ya ha dicho que sí, que vale. De lo segundo calla. No dice nada. Y cuando calla y guarda silencio Zapatero está diciendo que también. Lo siento por Patxi López: fue hermoso mientras duró.