Un despacho convertido en plató de discursos memorables
Actualizado: GuardarBarack Obama ha sido blanco de durísimas críticas por sus alocuciones en horario de máxima audiencia, una afición censurada por sus adversarios con un jocoso sobrenombre que reemplazó la 'p' en POTUS (presidente de EE UU por sus siglas en inglés) por una 't' menos solemne: TOTUS (Teleprompter de EE UU, en alusión al dispositivo que refleja en cámara el texto del discurso).
Con todo, el líder demócrata escogió para las retransmisiones escenarios menos hieráticos que el insigne Despacho Oval, convertido en plató de mensajes memorables. Anoche, Obama se dirigió a la nación desde el escritorio de la oficina presidencial por segunda vez desde que asumió el cargo para dar noticia del esperado fin de los combates en Irak.
El 22 de octubre de 1962, John Fitzgerald Kennedy inauguró tan augusto set con motivo de la crisis de los misiles en Cuba: «Nuestro objetivo no es la victoria de la fuerza, sino la defensa del bien; no la paz a expensas de la libertad, sino ambas, en este hemsiferio y en el resto del mundo».
Su sucesor, Lyndon B. Johnson, anunció que no se presentaría a la reelección y Richard Nixon informó del desarrollo de los combates en Vietnam, amén de su dimisión en agosto de 1974. Gerald Ford le perdonó un día más tarde y Jimmy Carter rindió cuentas en 1977 por la crisis energética «sin precedentes» que sacudió la economía y le costó el poder.
Su sucesor, Ronald Reagan, hizo honor a su apodo -'El gran comunicador'- el 28 de enero de 1986 por medio de un emotivo discurso. «El futuro no pertenece a los pusilánimes; es de los valientes», sentenció desde el despacho presidencial aquella infausta tarde enlutada por la muerte de los siete ocupantes del transbordador espacial Challenger, desintegrado 73 segundos después de su lanzamiento en Florida.
En los últimos tiempos, la oficina del hombre más poderoso del mundo se ha convertido en escenario de declaración de guerras. Bill Clinton anticipó los bombardeos sobre la antigua Yugoslavia y Afganistán. El penúltimo mandatario, George W. Bush, se dirigió al país en la noche más difícil de su historia para alentar y jurar venganza por los atentados del 11-S. En 2003, como su padre doce años antes, anunció el inicio de la invasión de Irak: «Llevaremos la libertad y venceremos. Que Dios bendiga nuestro país y a todos los que lo defienden».