
México purga a 3.200 policías corruptos
Los uniformados, entre ellos cuatro altos mandos, serán investigados por colaborar con el crimen organizado El Gobierno cree que más del 10% de los agentes del cuerpo podría haber aceptado sobornos
Actualizado: GuardarEn el empeño por tener un cuerpo policial libre de sospechas de corrupción, 3.200 agentes de la exclusiva Policía Federal de México han sido dados de baja del cuerpo, entre ellos los cuatro jefes policiales de Ciudad Juárez que fueron señalados por colaborar con los narcos. Otros mil están siendo investigados en expedientes disciplinarios y 465 más tienen procesos legales abiertos en su contra como probables responsables de delitos. En resumen, más del 10% de la corporación tiene dudosa reputación. El cese implica que no podrán trabajar en ninguna de las entidades uniformadas municipales o locales del país.
Facundo Rosas, comisionado general de la Policía Federal, informó ayer en rueda de prensa de que «por incumplimiento de los deberes previstos en el reglamento, 3.200 elementos fueron dados de baja». Muchos no superaron los «controles de confianza», algunos no quisieron someterse a las estrictas pruebas por las que debían pasar todos los integrantes del cuerpo que comparte con los 50.000 hombres del Ejército y la Armada el peso de la lucha contra la delincuencia organizada.
El funcionario explicó que todos los suspendidos serán vigilados para detectar si «se llegan a comprometer en alguna conducta ilícita». Adelantó, además, que 1.485 uniformados más serán sometidos a una fase de la depuración. Los expulsados tienen -según el comisionado policial- «la prohibición del reingreso» en cualquier institución de la Policía federal, estatal o municipal».
Algunos analistas creen que el remedio puede ser peor que la enfermedad, temerosos de que los agentes defenestrados se incorporen al crimen organizado aportando una preparación que no tienen los gatilleros de poca monta y un conocimiento del funcionamiento de los cuerpos de seguridad.
El presidente Felipe Calderón, sin embargo, prefiere arriesgarse a que se repita la historia de Los Zetas con tal de quedarse solo con policías «limpios», libres de toda duda sobre su ética y firmeza como pilar para luchar contra el poder corruptor de los billetes verdes que invierten los narcotraficantes en comprar voluntades.
Los Zetas eran militares que desertaron en los años 90 y fueron brazo ejecutor del Cartel del Golfo. Hoy luchan por su espacio propio y han introducido en la guerra de los cárteles niveles de brutalidad y salvajismo difícilmente superables.
Rosas confirmó que 4.685 agentes fueron dados de baja desde mayo por diferentes motivos -465 por delitos penados por la Justicia-. Entre los cesados se incluye al comandante del Tercer Agrupamiento de Fuerzas Federales, Salomón Alarcón Olvera, a otros tres mandos medios de Ciudad Juárez y también a los policías que se amotinaron e interpusieron quejas en su contra.
Mala imagen pública
«Lo anterior forma parte del compromiso permanente de consolidar una Policía Federal que haga realidad los principios constitucionales de legalidad, honradez, eficiencia, profesionalismo y respeto a los derechos humanos», dijo Rosas.
Uno de los problemas que enfrenta el cuerpo es que socialmente no se valora su trabajo. Se le identifica y teme por las 'mordidas' (sobornos de poca monta para evitar la imposición de multas de tráfico) y su supuesta connivencia con los delincuentes no ayuda a mejorar esa imagen que Calderón intenta romper.
A dos años de entregar el poder, el gobernante que ha hecho de la lucha contra las mafias de las drogas su objetivo de Gobierno no parece ganar la partida. Tampoco fue bien recibida su propuesta de unificar las corporaciones policiales en 32, una por cada estado.
Algunos expertos- entre ellos el profesor de Derecho de la Universidad Panamericana Marcos del Rosario- afirman que con «una Policía estatal con mando único, teniendo una uniformidad en estrategias e identidad, será más fácil ir mermando el poderío del crimen organizado». Otros, por el contrario, sostienen que la centralización facilitaría la penetración del alto mando por los narcos. Gran dilema.