Guadalcacín se convierte en reclamo de los jóvenes en agosto. :: J. F.
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Los vecinos de Guadalcacín, obligados a echarse a la calle contra el botellón

Los afectados por la movida en la pedanía aseguran que tienen que recurrir a las quejas presenciales para que la Policía ponga multas

JEREZ. Actualizado: Guardar
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A sólo unos días del comienzo de la Feria de Guadalcacín, la noche del sábado pasado sirvió ya de ensayo de lo que todavía queda por venir para los residentes a la entrada del pueblo: ruidos, vandalismo e incluso escándalo público. Y pese a las insistentes denuncias de los afectados, que llevan viviendo una feria cada fin de semana de este agosto en sus calles, la única solución que les queda ha sido la de bajar a la calle y señalar con el dedo a los causantes de su insomnio.

La noche se hace más larga de esta manera, como cuenta una vecina que prefiere permanecer en el anonimato por las represalias que pudiese sufrir: «A la una y media había un coche de Policía en la puerta de la discoteca y justo enfrente, en mi calle, todo el mundo haciendo botellón». Pero en cuanto desapareció la patrulla, hacia las tres de la madrugada, pasó «lo que se veía venir: un desmadre».

La desesperación de los residentes de la travesía pedánea, la calle Real, ha ido en aumento de forma paulatina a lo largo del verano. Pese a que en un principio las proclamas de vecinos y Alcaldía local parecían haber dado sus frutos el fin de semana anterior con la consecución de las primeras multas, la situación parece haber vuelto a los mismos derroteros del pasado verano, cuando se produjeron manifestaciones nocturnas de gran parte de los habitantes de Guadalcacín.

De nada sirvieron, según los vecinos, las más de diez llamadas realizadas a la Policía Local y a la Guardia Civil: «Vienen y se callan, se van y siguen armando jaleo». Fue hacia las ocho de la mañana cuando vecinos de un lado y otro de la calle se vieron obligados a echarse a la calle y llamar la atención de los agentes: «Tuvimos que bajar a poner las denuncias personalmente». La acusación: escándalo público.

«Por lo menos les pidieron la identificación», se consuela otro vecino. La propia alcaldesa de Guadalcacín, Ana Lirio, tuvo que hacer de testigo excepcional de la escena ante las súplicas vecinales. La primera edil de la pedanía, que se reunió con la Delegación de Seguridad el pasado viernes por este mismo motivo, asegura que los responsables del ramo «comentaron que iban a aumentar los controles», algo que según los vecinos tuvieron ocasión de comprobar que no fue así.

La del sábado fue una situación ya recurrente en esta calle. Tras la marcha de los agentes y el retorno de los denunciados, «las macetas rotas, el portal orinado y a mí me dejaron hecha un guiñapo, insultándome hasta las diez de la mañana». Éste es precisamente el motivo por el cual los vecinos optan por preservar su identidad, ante las posibles revanchas: «Saben donde vivimos y se ensañan con nosotros».

Carteles disuasorios

Entre hoy y mañana se prevé que se coloquen los paneles encargados por el Consistorio de la pedanía en los que se advierte de las sanciones a las que se exponen aquellos que incumplan con la llamada 'ley antibotellón'. La idea es que estas pancartas, de un metro y medio de ancho por dos de altura, estén listas antes del comienzo de las fiestas de la localidad, el próximo miércoles.