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RÉQUIEM POR UN EX ZAMPABOLLOS

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El profesor francés Michel Montignac era el experto en temas de nutrición más famoso del mundo. De niño fue un gordito hereditario y como no estaba de acuerdo con su apariencia se puso a estudiar dietética y no conforme con descubrir nuevos principios nutricionales, se dedicó a difundirlos. Para dejar de comer hace falta una gran fuerza de voluntad, pero es necesario un gran talento para convencer a la gente de que puede adelgazar inflándose. La 'dieta Montignac' estaba avalada porque su autor había perdido quince kilos en un trimestre y se basaba, no como es habitual en una restricción de calorías, sino en una adecuada manera de combinar los alimentos. Le tomó manía a los carbohidratos, pero se hizo millonario aconsejando la manera de no ingerirlos. De su libro titulado 'Cómo adelgazar en las comidas de negocios', de dudoso éxito en el segundo y tercer mundo, se vendieron millones de ejemplares.

Montignac ha muerto a los 66 años, lo que es bastante frecuente entre los genios, pero resulta precipitado para las personas corrientes, que solemos durar más aunque comamos y bebamos lo que nos salga de semejante sitio. El ex tragaldabas tuvo infinidad de seguidores. La credulidad humana es casi infinita, por eso se siguen comprando crecepelos y caldos de gallina. Y por eso siguen registrándose grandes llenos en los mítines políticos.

No sería justo llamar malogrado al doctor Montignac. Aunque no se sabe que consiguiera adelgazar a nadie, se sabe que consiguió engordar su cuenta corriente. Los médicos nutricionistas se cabrearon con él. Ya sabemos cómo se las gasta la envidia, que está flaca precisamente porque muerde y no traga. Confieso que a mí siempre me cayó bien. Claro que eso me pasa con muchos autores de libros que jamás he leído.