CARTAS A LA DIRECTORA

Wendy sobre tacones de aguja

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Peter Pan sigue persiguiendo su sombra y, asombrado, mira a Wendy que sobre sus tacones de aguja se contonea segura. Sí, Wendy se ha hecho mayor. Atrás quedaron los tiempos en los que corría descalza junto a su Peter en el País de Nunca Jamás. Debía haberse quedado allí pero regresó al mundo real. Fue a la universidad, se enfundó en vaqueros, se quitó el esmalte de uñas, escuchó a Bob Dylan, leyó a Jack Kerouac y vio películas de Jean-Lu Godard, mientras fluía en el amor y gozaba de la sana rebeldía del feminismo. Wendy se doctoró, se enamoró, se casó, parió y trabajó mucho dentro y fuera de su casa. En estas circunstancias los tacones de aguja son incómodos y el esmalte de uñas se desconcha. Ahora Wendy es una cincuentañera que se ha vuelto a entaconar, a maquillarse, va al gimnasio y a la esteticista y luego se marcha de copas con los amigos. Ahora tiene tiempo, sobre todo después de que su marido se haya ido con una de treinta y sus hijas, bien casadas, crían a los suyos tranquilas en casa. No me extraña que él la mire fascinado y es que ¡está estupenda! Se ha hecho mayor pero sigue siendo Wendy. Lo único que la pone triste es que el malvado Capitán Garfio haya derrotado a su Peter Pan.