El jeque Abu Risha, cuyo hermano murió en un atentado, durante la entrevista en su despacho. :: M. A.
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«Nosotros, no EE UU, derrotamos a Al-Qaida»

Jeque Ahmed Abu Risha Líder del Consejo del Despertar suní en IrakEl jefe de las milicias que estabilizaron el país confía en mantener a raya a los terroristas pese a la falta de preparación

BAGDAD. Actualizado: Guardar
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Su palacio descansa a orillas del Eufrates rodeado de fuertes medidas de seguridad. El jeque Ahmed Abu Risha ocupa el puesto dejado por su hermano, Abdul Sattar -asesinado en un atentado en 2007-, al frente de los Consejos del Despertar (Sahwa). Primero como milicia armada y ahora como partido político, fue la fuerza más votada en las elecciones provinciales, el nacimiento del Sahwa es considerado el punto de inflexión que marcó la caída de Al-Qaida en Irak.

Ataviado con el traje típico árabe, con dos teléfonos Nokia E71 y unas gafas de aviador sobre la mesa, su sala de visitas está presidida por una alfombra antigua comprada en Irán con el dibujo del antiguo Irak de la época de la monarquía. El general David Petraeus y el entonces candidato a la presidencia Barack Obama han sido huéspedes del hombre fuerte en Al-Anbar, una de las provincias donde más soldados americanos cayeron en los primeros años de la invasión. Abu Risha perdió a su padre y a dos hermanos a manos de la insurgencia.

-Tras los atentados de los últimos días y con la salida de las fuerzas de combate americanas, ¿puede Al-Qaida volver a hacerse fuerte?

-Nunca, no lo permitiremos. Al menos en Al-Anbar estamos seguros de que nunca volverán a contar con una base sólida.

-Fue en Al-Anbar donde instalaron su emirato en 2005, ¿cómo fue posible?

-Al comienzo llegaron muchos milicianos y convencieron a la gente con su discurso islámico y de liberación nacional, pero en pocos meses mostraron su auténtica cara y empezó su declive hasta que los líderes tribales nos reunimos el 14 de septiembre de 2006 y formamos los Consejos del Despertar (Sahwa). Veinticuatro horas después empezó la guerra de verdad.

-El general Petraeus pasó por este mismo despacho en muchas ocasiones. No estaba muy seguro de nuestros planes y dudó a la hora de apoyarnos porque Estados Unidos no había tenido buenas experiencias en Afganistán con el apoyo a grupos muyahidines durante la yihad. Pero le convencimos y nos respaldaron. Para cuando se decidieron el plan ya estaba en marcha.

-¿La formación de estas milicias no fue por tanto una estrategia del general Petraeus?

-Fue cien por cien iraquí. Nació de la unión entre jeques y otras destacadas figuras locales que logramos reunir un ejército de 250 voluntarios. Más tarde llegamos a los 9.000, que fue el número de hombres que luchó y venció a Al-Qaida de la mano de las fuerzas de seguridad iraquíes. Recuerdo que los tres primeros meses tuvimos que pagar de nuestros bolsillos los sueldos y después ya empezaron a llegar fondos desde Bagdad. Tuvimos que comprar incluso los uniformes en Siria y Jordania.

-¿Cuál fue fórmula para la victoria?

-Los americanos no eran capaces de distinguir a un simple civil de un miliciano. Nosotros sí porque muchos de sus combatientes provenían de nuestras propias tribus. Teníamos buenas intenciones, creíamos en nuestra causa y sacrificamos la sangre de nuestros hijos. Nosotros, no los americanos, derrotamos a Al-Qaida.

«El enemigo es Irán»

-¿Los hombres reclutados por ustedes no peleaban antes a sueldo de Al-Qaida?

-No, en Al-Anbar los miembros del Sahwa eran las víctimas de Al-Qaida aunque en otras provincias es posible que algunos insurgentes se cambiaran de bando a cambio de un sueldo. Tampoco aquí Al-Qaida está logrando ahora reclutar gente entre los nuestros como se rumorea en algunos medios. Sólo son opiniones interesadas que intentan presionar a las autoridades. Al-Anbar no volverá a convertirse en un emirato. Conocemos el Corán y no tiene nada que ver con el Islam que ellos predican.

-¿Están preparadas las fuerzas iraquíes para asumir la seguridad del país?

-Nuestro Ejército y Policía se establecieron en base a criterios sectarios y no están capacitados para su trabajo. Además creo que están pobremente equipados y sus mandos no se dan cuenta de que el enemigo real ya no es Al-Qaida, sino Irán. Los americanos deben aprovechar estos últimos dieciséis meses para acelerar la formación y presionar al Gobierno para que acepte el retorno de oficiales del antiguo Ejército. Creo que es la única solución.