CÁDIZ, QUE SERÁ MÁS CÁDIZ
Hacer posible el cambio no es más sencillo que intentar cambiar la realidad. Sólo entonces se podrá entender eso que la candidata socialista repite «responsabilidad, reto y libertad»
Actualizado: GuardarEstá acabando agosto -ahora es cuando el Trofeo debería darnos sus bendiciones y no hace ¿un mes?- aunque ha vuelto este calor sofocante que como santo y seña del cambio climático nos lleva a todos a la misma conclusión «nunca he visto un verano como éste». No ni ná, que diría el otro. Lo que pasa es que no nos acordamos, o no nos queremos acordar, que a veces la memoria no es que sea traicionera, sino que de tan histórica que se ha vuelto, no desaprovecha la ocasión del «ahí te cogí». En fin, que se está acabando agosto, que en menos de una semana estaremos todos con el síndrome de la vuelta al cole, y que nunca como ahora encontraré el momento más oportuno para que le confiese una cosa. Hace un par de años tuve la oportunidad de leer todas las redacciones infantiles que se habían presentado al certamen anual que suele convocar el Ayuntamiento con motivo del Día del Libro Infantil. El tema elegido para aquella ocasión «Si yo fuera Alcaldesa», daba pie para que niños entre seis y doce años escribieran -como escriben los niños entre seis y doce años- y dijeran cosas tan inocentes y cándidas como «escucharía a todos los ciudadanos», «todos los gaditanos serían igual de importantes para mí». Sí. Esta semana volví a recordar aquellas redacciones infantiles, en el fondo, y lo que es peor, en la forma, cuando leí -igual que usted- la tribuna de la candidata socialista Marta Meléndez con el original título «Si yo fuera alcaldesa».
Y volví a recordarlas porque muchas de aquellas redacciones infantiles mostraban demasiadas coincidencias con la tribuna de la alcaldable gaditana. Lo que es la ingenuidad. Que si me ven por la calle, que me paren, que me cuenten sus problemas porque haré todo lo que esté en mi mano para ayudarle, que si la hostelería, las fiestas, el deporte, los jóvenes, la playa. Todo demasiado previsible y demasiado -si me lo permiten- ursulino, como de ejercicios espirituales. Total, ya lo dijeron sus padrinos en la presentación de Meléndez como primera de lista para las próximas elecciones municipales «tenemos que ir todos de la mano» -con María Ostiz cantando «Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es..»- o aquella arenga más atrevida de Federico Pérez Peralta «vamos a salir a comernos Cádiz», ja, ja, ja. Lo siento. Creo que no era su intención provocar carcajadas.
Confesiones
Y puestos a confesar, le diré otra cosa. Nunca he votado al Partido Popular, no tengo intenciones de votarlo -aunque a estas alturas, no sé si seré capaz de beber de cualquier agua-, pero sí sé que tampoco votaré a un Partido Socialista como el de Cádiz, mientras que no cambien las caras y los nombres. No por nada en concreto, es una cuestión de imagen o quizá es porque me pasa con Marta Meléndez lo mismo que le pasa a Griñán -aunque en el caso de Griñán es más grave que en el mío-, que después de anunciar en el mes de abril que todos los candidatos serían «de categoría», no tuvo reparos en reconocer, a finales de julio, en la presentación de Meléndez que la conocía algo así como de vista, «de tu historia no sé mucho», le dijo el Presidente de la Junta. Yo tampoco, Pepe, así que estamos empatados.
Por lo menos, ya sabemos a qué atenernos con la nueva candidata. Dice que quiere recuperar la identidad de Cádiz, si es que la ciudad ha tenido alguna vez una identidad definida, a lo mejor, volvemos al Foedus romano. Dice que quiere que «Cádiz vuelva a ser Cádiz», algo que dicho así, parece un silogismo de esos que no entiende ni la madre que los parió, que no quiere decir nada, para acabar pronto. Dice que los gaditanos sabemos el potencial que tiene la ciudad -¿tan segura está?-. Dice que en estos meses «me verán por las calles de Cádiz como una gaditana más» -vaya, qué sencilla, ella-. Dice que lo que los gaditanos queremos es trabajo e ilusión -una lumbreras-. Pero también dice cosas que hay que poner en cuarentena, como aquello de que los socialistas hacen «eficaces gestiones», o que no «despilfarramos el dinero de todos los gaditanos en publicidad». En fin. Nada del otro mundo. Más de lo mismo.
Es el cuento que nos contaban todas las noches. Eso sí. Nada ha concretado sobre su proyecto de ciudad. Que sí, que le digamos cuando la veamos por la calle lo que nos hace falta, que por lo menos sabemos que no nos va a insultar -eso dice ella, «sin estridencias ni insultos»-, pero nada ha dicho sobre qué puede hacerse en una ciudad como ésta, entrampada desde hace mucho con su propia memoria. Ay! «Creímos en las sirenas / que cantan entre las olas. / Sus cantos nada nos dieron / ni ayer ni ahora», que escribió Alberti en aquel Hijos de la mar de Cádiz que no sé por qué se me ha venido a la memoria -no a la histórica, sino a la de todos los días- leyendo a Marta Meléndez. Para que Cádiz vuelva a ser Cádiz, si es que eso significa algo, no hace falta sólo cambiar de alcalde, hace falta cambiar los cimientos -esos restos sobre los que se asienta la ciudad- y la estructura de la población. Hacer posible el cambio no es más sencillo que intentar cambiar la realidad. Sólo entonces se podrá entender eso que la candidata socialista repite «responsabilidad, reto, libertad», sólo entonces se podrán entender los versos de Alberti «Cádiz nos mirará un día /Dueños del mar, en las olas / Cádiz, que será más Cádiz / Que ayer y ahora». Tal vez a eso se refería Meléndez. Ojalá.