Familiares de los mineros atrapados visionan el vídeo grabado en el yacimiento en una pantalla instalada en el campamento Esperanza. :: REUTERS
MUNDO

Los mineros muestran su prisión

El Gobierno chileno envía una cámara a los 33 trabajadores para conocer mejor su estado físico y mental

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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«Gracias a las familias que tuvieron el coraje de no dejarnos aquí desamparados», celebra ante la cámara uno de los mineros atrapados bajo tierra en un vídeo que ayer mostró por primera vez cómo sobreviven a 700 metros de profundidad en la mina San José, al norte de Chile. «Muchas gracias por el tesón con que trabajan afuera para rescatarnos, aquí los escuchamos», agradece otro dando ánimos a los especialistas que operan en la superficie y también a alguno de sus colegas de encierro, a los que se ve demacrados y desanimados.

No están todos, pero se ve a una veintena de ellos. El que relata para la cámara es Mario Sepúlveda, un animado presentador que describe su prisión. «Acá tenemos todo bien organizadito», dice y muestra a varios mineros con el torso desnudo alrededor de una mesa con fichas de dominó. Allí se entretienen y hacen asambleas para decidir en conjunto cada movimiento. Ahora están evaluando si mudarse debido a la humedad insoportable del lugar en el que están a 29 grados de temperatura.

El Gobierno envió la cámara para que el equipo sanitario tenga mayor información sobre su estado de salud física y mental, y autorizó la difusión de parte de las imágenes. La conmoción fue inmensa entre los familiares que vieron el vídeo, emitido en pantalla grande en el campamento ubicado junto al yacimiento. Los parientes y amigos más entusiastas celebraron solo el hecho de verlos vivos.

«Mi hermano está hermoso, hermoso, más flaco y con bigotes», exclamaba una joven casi a gritos. Otros expresaron preocupación por verlos tan delgados, con la barba crecida y ojeras. «Muy tranquilo no me quedo», confesaba el padre de uno de ellos. Y hubo quienes también lloraron en silencio y no quisieron hablar. Quizás parientes de algunos de los mineros que se mostraron retraídos en la película, cabizbajos, deprimidos.

«Sáquennos luego, por favor», rogó uno cuando la cámara le enfocaba. Era Edison Peña, de 34 años, que a su esposa le envió una carta en tono desesperado. «Ángelica, ¿qué te han dicho de nosotros? ¿Existe alguna máquina instalada o que se esté instalando para nuestro rescate? ¿Cuál es el plazo que les han dado de posible fecha de salida? ¿Parece que serán dos meses acá adentro, o no? Averigua por favor», le reclama Peña.

Acortar su salida

El vídeo también muestra a Luis Urzúa, jefe de turno, que elabora unos planos para contribuir al trabajo de rescate que comienza hoy con los primeros movimientos de la perforadora. Las faenas se demorarán meses. Los operarios atrapados ofrecieron subir a un nivel más cercano a la superficie para acortar el tiempo de evacuación. Urzúa, que es topógrafo, está dibujando mapas, aunque la decisión final sobre su salida se tomará en función de su mayor seguridad.

En otro momento, Sepúlveda presenta al «gran escritor», Víctor Segovia, que está llevando registro de esta experiencia de supervivencia desde el primer día, cuando el derrumbe los sepultó en vida. Muestra también a los operarios de las 'palomas', el dispositivo por el que reciben comida, agua, medicamentos y cartas de familiares. Ya están llegándoles alimentos sólidos y mucha agua porque algunos presentan síntomas de deshidratación.

El improvisado reportero también apunta a los estantes con vituallas, el botiquín, el almacén de elementos de higiene, y la zona en la que descansan. Sepúlveda arranca sonrisas al despertar a compañeros que duermen para que saluden a sus familias. Con ironía muestra el cartel del habitáculo de seguridad. «Éste es el famoso refugio. Acá se supone que había condiciones para estar nosotros. Pero cuando estábamos dentro se nos cortó la luz, la energía, el aire.», recuerda. De lejos saluda uno de los mineros que llega en un vehículo montacargas. Es el medio de transporte con el que se desplazan por los túneles.

Sepúlveda parece querer contagiar a sus compañeros con su relato entusiasta y por momentos henchido de orgullo. Se refiere a los mineros como «un excelente equipo de profesionales» y dice que están «contentos y seguros» de que los podrán rescatar. «Acá amigos míos, la familia minera no es aquella que conocieron hace 100 ó 150 años», se despide ante la cámara con el torso desnudo y el casco puesto. «Hoy día el minero es un minero educado, es un minero que se puede hablar con él, es un minero que usted puede sacar pecho compadre y se puede sentar en cualquier mesa. Un beso grande para todo Chile», concluye y todos cantan el himno nacional, una vez más.