Con el toro hemos topado
Las ideas separatistas parecen haber obnubilado el pensamiento de sus gobernantesLa prohibición de la fiesta nacional en Cataluña es una medida más política que otra cosa
JEREZ. Actualizado: GuardarParafraseando el lapidario axioma del Quijote: «Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho.»
Nosotros, conscientes de la dimensión que ha tomado la catalana abolición de prohibir las corridas de toro, no tenemos más remedio que alzar esta Voz de la Conciencia para decir esta otra frase: «Con el toro habéis topado», recordándoles que sólo una «topada» del toro puede resultarles mortal. En el toro, mortal, puede ser cualquier cosa; no digamos anular la afición que suscita, los puestos de trabajo que mantiene, los siglos de ganaderías que arrastra, las cientos de miles de hectáreas dedicadas a su crianza y los millones de euros que genera. Topadas que tarde o temprano harán reflexionar al catalanismo exacerbado.
El toro mantiene al campo y a su personal, a la ilusión de sus propietarios los ganaderos, al cuidado de las lindes y de los «cerraos», de los pozos de agua, el cultivo y el almacenamiento de las plantas forrajeras, las fábricas de piensos.
El toro sostiene y da trabajo a una legión de veterinarios que los asisten, así como a la industria farmacéutica veterinaria. A la actual ingeniería genética, investigadores y técnicos que la llevan a cabo. El toro hace que continúe la cría equina del excelente caballo de campo, resultado del cruce de nuestras mejores yeguas españolas y con ello, a la tradición: la doma vaquera, la monta, las sillas, las guarniciones y los guarnicioneros y ese interminable mundo que mueve y trasiega el toro de lidia. Desde el humilde maletilla, hasta las cuadrillas enteras de las primeras figuras del toreo, que constantemente nos visitan y tientan en cada una de las dehesas de nuestras ganaderías, en suma, el campo andaluz. La compra, venta y transporte del ganado bravo que de norte a sur y de este a oeste recorre la piel del toro; porque España es una piel de toro, aunque los catalanes se empeñen ahora en negarlo, quizá porque se ubican en los cuartos traseros, concretamente en la parte por donde el toro excreta. Tan matemáticos como son y tanto como cuidan la pela, en esta ocasión las pasiones abolicionistas les ha impedido discernir adecuadamente para hacer un estudio sensato de la repercusión político-económica que tamaña decisión va a tener en aquello de.si la bolsa sona y ya se sabe, que Barcelona no es bona si la bolsa no sona. Pero las ideas nacionalistas parecen haber obnubilado el pensamiento de tan sesudos políticos aludiendo sangrientas banalidades; cuando muchas de sus señorías son frecuentes monteros que escopetean a guarros y ungulados que han sido llevados hasta sus puestos por azuzadas jaurías. Prohibir: ¡qué término más obsoleto! y ¡qué cúmulo de contradicciones suscita!. Un gobierno no se instaura para prohibir, se hace para ayudar a su pueblo, para conducirlo, para protegerlo, para crear riqueza, para cultivarlo, osease: para crear puestos de trabajo, para tener una buena seguridad social, un buen sistema sanitario. Un gobierno no se crea para la prohibición porque ésta actúa directamente contra el sistema más prioritario y consustancial con el hombre y la sociedad democrática ¡la libertad!.
Manifestaciones
Han sido muchas las manifestaciones que hemos visto en los diferentes medios, en los que, por lo general, se ha magnificado la muerte del toro. Durante algunas de ellas, los manifestantes, mejor dicho los figurantes aparecían embadurnados con tinte rojo para impresionar a la ciudadanía. Sobre todo, a aquellos que nunca se lo habían cuestionado, porque al fin y al cabo, la mayoría de los españoles han nacido y crecido paralelos a la fiesta y a la vida del toro de lidia. Pero, si estos figurantes se dedican a asustar a los turistas que nos visitan, a los niños que juegan en los parques y a los ancianos que sestean en los bancos de las plazas, disfrazados de gandingas chorreantes de sangre, más probable será, que la mayoría de estas personas se dejen impresionar por semejantes actuaciones efectistas.
Yo creo que, intelectuales, filósofos, artistas. lo han dejado claro: la medida tomada por el Parlamento Catalán, es más política que el resto de las razones y argumentos que esgrimen y nada tiene que ver con el amor al toro de lidia. Bien es verdad que en Cataluña existe una arraigada afición a las corridas de toro, tradición que ahora, en una clara actuación de diferenciarse con el resto de España, los catalanes toman aludiendo vacuos razonamientos, despreciando a esa buena parte de su pueblo que sí quieren seguir yendo a los toros. Está claro que ponen el veto a algo que nítidamente español.
La prohibición en suma es descabellada, como decíamos, prohibir, prohibir, no se debe prohibir nada. Quien quiera ir a los toros que vaya y el que no, que haga lo que le de la real gana. ¿quién es quién para decirnos a cada uno de los españoles lo que debemos hacer y dónde hemos de ir?. ¡Qué arbitrariedad entonces, la de vivir en una democracia!.
Odón Elorza
El punto sobre la i, lo ha puesto Odón Elorza, el alcalde de San Sebastián, quién sorprendido ante las esperpénticas manifestaciones de antitaurinos, disfrazados de toros ensangrentados.ha calificado de cuanto menos curioso, el que a esta pléyade de señores «nunca» se les ha visto en una manifestación contra un asesinato. Tan radicales como se muestran contra la fiesta nacional, ¿por qué no lo hacen en protesta de un atentado o asesinato de ETA?. Y a postilla, el hecho, más que curioso es sintomático.
Dedicado al maestro y amigo Rafael de Paula.