Martirio de emigrantes
Actualizado: GuardarSetenta y dos pobres emigrantes latinoamericanos -14 mujeres y 58 varones -fueron salvajemente fusilados el domingo por la peor banda de asesinados de México, los tristemente célebres Zetas, aparentemente porque pretendían pasar ilegalmente la frontera del norte para entrar en los Estados Unidos sin avenirse a las condiciones imperantes sobre el terreno: una extorsión en forma de peaje fronterizo que se puede obviar si se ingresa en la banda y se hace uno asesino. El Gobierno mexicano está haciendo un esfuerzo sin precedentes en su lucha frontal contra la delincuencia organizada y el presidente Calderón ya tiene un lugar en la historia nacional por haber reconocido la cruda - y escamoteda - realidad: hay en el país una sociedad paralela, compleja y corrupta que, con grandes medios financieros, ha conseguido entrar en el corazón del sistema democrático. Culpabilizar al Gobierno y pedirle que cumpla con su obligación de proteger a los extranjeros es una piadosa exhortación fuera de lugar. No se habría producido el atroz crimen sin los Zetas, no por la existencia de un flujo de emigración ilegal hacia el norte. Lo urgente en esta hora es apoyar a fondo al Estado y mantener la lucha militar, judicial y social contra el cáncer de la delincuencia y el terror.