Fiesta de tontos
Actualizado: GuardarUna vulgar trifulca en la feria de un pueblo valenciano, tirarse unos tomates, se convirtió, al repetirse, en una gamberrada, justamente prohibida durante muchos años. El gusto por lo prohibido atrajo a gamberros -que nunca faltan- de otras partes. Su difusión hizo que se admitiera e incluso se patrocinara esa 'tomatina', como un sucio negocio turístico más, y una triste manera de darse a conocer, aunque sea de un modo aún peor que el de los crímenes de Puerto Urraco o el salvaje laceramiento del toro de Tordesillas. En efecto: en ese pueblo valenciano, de cuyo nombre no quiero acordarme, la sangre derramada, aparentemente sólo de tomates, es, en realidad, mucho más mortífera, por constituir una tremenda bofetada de menosprecio y desesperanza a los ya más de mil millones de hambrientos del mundo, a los que llega demasiadas veces ese inequívoco mensaje de que el Norte no tiene escrúpulos en destruir toneladas de alimentos.