Varios policias iraquíes junto a uno de los edificios destruidos en Kerbala. :: AP
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Una sangrienta oleada de ataques sacude Irak

Los insurgentes dejan al menos 60 muertos y al atentar en una comisaría de Policía en Bagdad y en otras seis regiones

BAGDAD. Actualizado: Guardar
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«¿Por qué no para esto de una vez? ¡Que alguien haga algo, por favor!». Las fuerzas de seguridad iraquíes acordonaron ayer la zona mientras los bomberos se esforzaban en recuperar cadáveres entre los escombros mientras un grupo de mujeres suplicaba ayuda mirando al cielo.

Quince muertos y 68 heridos fue el balance policial tras la explosión de un coche bomba en la parte trasera de una comisaría de Policía en el barrio El Cairo, al noreste de Bagdad. Los imponentes muros de hormigón que protegían la oficina no evitaron la destrucción, pero mucho peor fue el efecto sobre las casas más próximas, de las que cuatro quedaron totalmente destruidas y otras seis seriamente dañadas. El de Bagdad fue el primero y más sangriento de los ataques producidos en una jornada marcada por una ofensiva insurgente que afectó al menos a ocho provincias del país.

Si la pasada semana más de sesenta reclutas perdieron la vida cuando hacían cola ante un centro del Ejército, esta vez el objetivo de las acciones terroristas fueron principalmente comisarías de Policía. El parte de guerra fue extenso y recuerda a los días en los que las fuerzas norteamericanas eran incapaces de hacer frente a las oleadas de atentados. Veintitrés personas murieron ayer en Kut, 180 kilómetros al sur de Bagdad, tras la explosión de un coche bomba junto a una comisaría. Otras seis fallecieron en Karbala. Un suicida se inmoló en el centro de Faluya, y otro ataque costó la vida a tres personas en la provincia de Diyala. También se registraron incidentes en Kirkuk y Nínive. En total se registraron más de 60 muertos y 200 heridos, la mayor parte civiles.

En cada una de estas tragedias humanas se repite la misma escena. Familiares de las víctimas esperan a los cuerpos y fuerzas de seguridad, mientras tratan de evitar que nadie entre en la zona afectada. Haddi Al Hattat, pintor de 48 años, ya ha visto como los bomberos sacaban a dos de sus familiares y esperaba a un tercero en las inmediaciones de la comisaría de El Cairo. «El objetivo son las fuerzas del orden, pero los muertos son civiles, siempre pagamos los mismos», lamenta.