Ciudadanos

«Vibraban el suelo y todas las paredes»

El temblor no dejó indiferente a los chiclaneros y se convirtió en el tema más comentado de la jornada

CHICLANA. Actualizado: Guardar
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Apenas duró unos segundos, pero para los chiclaneros se hicieron eternos, y se convirtió en el tema de conversación en todos los bares, los supermercados y en la playa de la Barrosa, donde estuvo su epicentro. Cada uno contaba la versión de su manera de sentirlo. Algunos reflejaban los nervios con los que vivieron el suceso, mientras que otros se lo tomaban con humor. Pero de lo que no hay dudas es que el pequeño terremoto que sacudió la localidad no dejó indiferente a nadie y que cada uno vivió el momento de una forma distinta, mientras los tres grados y medio de magnitud recorrían todo su cuerpo.

«Yo estaba en una sala debajo de los juzgados, pero un compañero desde arriba nos decía que se movían todos los edificios», afirmó la empleada pública Mariana Estrada, que se lo perdió. Muchos chiclaneros, en cambio, sí sintieron como el suelo temblaba, al igual que las paredes de sus domicilios. «Mi casa vibraba entera y se escuchaba el ruido de todas las copas de cristal. A mi me entraron los nervios y hasta que no pasaron varios minutos, no comencé a clamarme», aseguraba Marieta Pérez. Algunos se llevaron un buen susto y salieron de sus casas con intención de no volver hasta comprobar que no había réplicas perceptibles. «En la oficina todos salimos a la calle y estuvimos allí una media hora, a la espera de que se calmara todo», contaba ayer el graduado social, Antonio Fernández.

Incluso los que estaban en la cama a esa hora -las 10.30 de la mañana-, durmiendo plácidamente, notaron el temblor y se sobresaltaron. «Estaba en la litera de abajo y sentí como si alguien saltara en la de arriba. Fui corriendo en busca de mi padre», confesaba la joven Isa Aragón.

Aquellos que no percibieron nada se lo tomaron primero como una broma, hasta que familiares y amigos les alertaron del supuesto riesgo que, según ellos, habían corrido. «Unos compañeros de me decía que había temblado el suelo y que no estaban locos, pero yo no había sentido nada y no me lo creía», contaba María Moreno. Mil formas de vivir un pequeño terremoto que, por fortuna, sólo fue una anécdota en la jornada.