COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

CÁDIZ, CIUDAD CERRADA

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Dice el gurú de la hostelería gaditana -gurú desde aquello de la Torre de Pisa en las Puertas de Tierra, no por otra cosa- Antonio de María, que este verano pasará a la historia porque hay mucha menos gente que otros años. «Se observa simplemente mirando las playas», dice de manera muy científica y providencial. Puede ser. Pero la culpa de esto no la tiene sólo la crisis, sino que afirma que es la 'ley antibotellón' la que está acabando con la hostelería. Puede ser también, no digo que no. Cada uno ve la botella -medio vacía o medio llena- según la cogorza que lleve encima, y frente a las quejas de los hosteleros -siempre ven las terrazas medio vacías- y a la de los vecinos -siempre las ven llenísimas- que pasan todas las noches del verano en blanco, el Ayuntamiento afirma que tenemos no sólo una gran oferta nocturna cultural y de ocio, «si no la más amplia de la provincia gaditana, de las principales en cantidad y calidad de contenido». El que no se consuela es porque no quiere.

Pero a la hostelería gaditana no se la está cargando la crisis. Ni la 'ley antibotellón', ni la apabullante oferta nocturna municipal. No. A la hostelería gaditana le sirve aquello de «entre todos la mataron y ella sola se murió». Porque si no podemos competir con Ibiza o Alicante como dice el presidente de Horeca -menos mal- tendremos que afanarnos en otro tipo de clientela, -menos nocturna y más de día- y si uno no puede tomarse un café a las cinco de la tarde en una terraza -no tengo la máquina encendida- o no puede desayunar a las ocho de la mañana -tampoco tengo la máquina encendida- más nos vale que cerremos el chiringuito. Aunque lo más seguro es que ya nos lo encontremos cerrado.