El fuego se inició en un vehículo de alta gama y trajo como consecuencia una fuga de agua que afectó a las viviendas. :: ANTONIO VÁZQUEZ
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El perito certifica que el incendio de Puerto Real fue provocado

El incendio, originado en un garaje subterráneo, obliga a los vecinos de once bloques de una barriada de Puerto Real a abandonar sus casas

PUERTO REAL Actualizado: Guardar
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El perito de la aseguradora del coche incendiado en la madrugada del lunes al martes en el garaje subterráneo del Río San Pedro, que puso en peligro la integridad de hasta once bloques de viviendas, ha certificado que el fuego fue intencionado.

El técnico ha solicitado los informes emitidos por los bomberos y la policía científica, con la idea de declarar en «siniestro total» el BMW afectado, y debido a que, en función de si la causa del percance es fortuita o atiende a voluntariedad, la cobertura sería distinta.

La circunstancia de que el perito no accediera al lugar de los hechos hasta la mañana de ayer ha retrasado en parte las labores de reconstrucción que se acometen. La primera está siendo la recuperación de la acometida de agua, un trabajo para el que los operarios calculan no menos de dos días.

Horas de angustia

«Yo lo veía en las películas y jamás pensé que iba a vivir una situación así». Los vecinos no eran capaces de quitarse la imagen de la cabeza. Once bloques de la plaza de Cuba, en la barriada puertorrealeña del Río San Pedro, se vieron presos de la alarma en torno a la una de la madrugada del lunes al martes, por un incendio generado en el garaje subterráneo.

A primeras horas de la mañana de ayer, la Policía científica acotaba la zona y tomaba las primeras muestras de un BMW deportivo blanco en el que se centró el suceso. Su carrocería, casi intacta; su interior, destrozado. El fuego causó daños colaterales en un Citröen Xsara aparcado al lado. «Tiene toda la pinta de que esto no ha sido precisamente un cortocircuito», lanzaba Isidro López, su dueño.

«Yo me acabo de sonar con el pañuelo, y he visto que he tragado humo», descubre Pedro Moreno, uno de los vecinos, que empieza a notar mareos. «Salimos corriendo, y sólo cuando me vi abajo respiré», confiesa a sus 72 años. «No sé ni cómo bajé la escalera, no pisé ni los escalones», reconstruye.

De entre todos los bloques, el más afectado ha sido el número 6. Por fuera, unos obreros siguen con las labores de pintura del día anterior. El ascensor mantiene un barniz de ceniza que Anabel Benítez retira con una escoba. «Salimos a lo justo», mantiene fresco. Otros vecinos describen cómo «los del segundo y el tercero no había manera de que se enteraran». Muchos descansaban ya. Los cuadros eléctricos de las casas fueron explotando uno a uno. Así, hasta llegar a la última planta, la más afectada en pleno «efecto chimenea».

«No hemos podido dormir aquí, así que venimos con ropa de prestado», explica José Fernández, que ha pasado la noche en casa de su cuñada. Ahora intenta solventar la falta de luz y agua. Hasta el lugar se desplazaba la primera teniente de alcalde, Ana Mosquera, quien iniciaba las primeras gestiones

A la mujer de José, María del Mar Bernal, y a sus dos hijos, uno con 17 años, alérgico y asmático, les avisaron «por el telefonillo», y desde entonces se encuentra en estado de 'shock' «No tengo ni ánimos ni de entrar en mi propia casa, nos hemos dado un buen susto», resopla.

La azotea, una vía de escape

Intentaron abrir la azotea, pero el humo les impedía atinar. «Nos salvamos de milagro, porque no dábamos con la cerradura», recuerda Eulalia Díez, que vive en un cuarto junto a su marido, su hija y una pequeña nieta de tres años, que por fin duerme. «Cogimos a la niña, le echamos por encima unas toallas húmedas, y salimos con una linterna, medio asfixiados», recuerda el momento de tensión. «Me faltaba la vida, veía que nos caíamos los cuatro muertos», tiembla aún. Ayer volvían «hechos polvo» del hospital, donde estuvieron haciéndoles pruebas desde la una de la madrugada a las nueve de la mañana.