Opinion

Exigir a Marruecos

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La recepción concedida por Mohamed VI; al ministro del Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, se convirtió ayer en una señal esperanzadora de que los conflictos fronterizos en torno a Melilla y Ceuta puedan reconducirse hacia un ámbito de colaboración y respeto en cuanto a la integridad territorial de ambos países. La creación de las comisarías conjuntas de Tánger y Algeciras y las reuniones periódicas entre los máximos responsables de Interior y policiales de Marruecos y España contribuirán sin duda a prevenir cualquier crisis fronteriza y a evitar el tráfico ilegal de personas, mercancías o estupefacientes. Pero lo que Madrid necesita de Rabat es que el régimen alauí se comprometa a no amparar, ni disculpar y mucho menos instrumentar brotes supuestamente espontáneos de contestación y revuelta en las lindes de Ceuta y Melilla que cuestionen, además, el principio de soberanía. Si, como el ministro Rubalcaba proclamó ayer, Marruecos es un «aliado estratégico, creíble y responsable» no puede continuar basando sus relaciones con España en una actitud inercial de periódico chantaje. La drástica remisión del activismo desplegado en la frontera melillense demuestra que nada de cuanto sucede al otro lado está fuera del control de Rabat..