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Adaptación a la vuelta

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A pesar de las temperaturas, casi tropicales, que estamos sufriendo, el verano está dando los últimos coletazos y, mal que nos pese, nos vamos haciendo a la idea de volver a la rutina dentro de pocos días. Pronto nos tendremos que olvidar de las puestas de sol en Santa Catalina, de los conciertos en la playa, del 'dolce far niente' y de los paseos por delante, que no por dentro, de las tiendas y restaurantes. Dicen los que saben de estas cosas que, para afrontar el cambio, es conveniente que nos vayamos adaptando, paulatinamente, al ritmo habitual del trabajo y a la dinámica de la vida cotidiana. Al parecer, resulta muy sano que nuestra mente vaya adoptando los esquemas de funcionamiento que tendremos que seguir durante los largos meses que nos esperan. Así que siguiendo sus consejos, y para poder evitar el síndrome posvacacional, podemos dedicarnos, durante estos últimos días de verano, a hacer cuentas y prepararnos el cuerpo a lo que nos deparará la cotidianidad durante el futuro inmediato. Para acostumbrarnos a los horarios habituales tendríamos que dedicar algunas horas de esta última semana veraniega, empezando con una hora diaria e incrementando el tiempo conforme avanza la semana, a hacer los balances de ingresos y gastos de la casa para los próximos 12 meses. De entrada debemos considerar que el Euro Interbank Offered Rate, ese tipo de interés al que los bancos están dispuestos a prestarse fondos entre sí, cerrará en agosto por encima del nivel del año pasado. Vamos, que nos suben el Euríbor y las hipotecas. En nuestras previsiones, habrá que considerar también la posible subida de impuestos para poder afrontar los gastos de nuestro país, ya que nos han dicho, por activa y por pasiva, que la presión fiscal en España es de las más bajas de Europa. Resulta, al parecer, cuestión secundaria el hecho de que nuestra renta per cápita y nuestros sueldos lo sean también, así como el que los españoles se encuentren entre los europeos que más se rascan el bolsillo. Posiblemente, para poder ajustar todos estos cálculos, el último día de las vacaciones tendríamos que alcanzar un tiempo de dedicación similar al de la jornada laboral. Una manera práctica de evitar el síndrome postvacacional.