Los vecinos se ponen en peligro diariamente ante el constante paso de camiones por la zona. :: M. GÓMEZ
CÁDIZ

Un problema de gran tonelaje

La solución para Segunda Aguada pasa por esperar a que el nuevo puente haga descender el paso de casi 400 camiones al día El consistorio asegura poner todas las medidas a su alcance ante el problema de Lacave

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Lo peor del caso es que los vecinos de San Severiano veían venir la tragedia. Se asomaban a sus balcones a la avenida Lacave y, a una frecuencia de 300 a 400 camiones al día -según sus propias estimaciones-, lo ocurrido el viernes era «la crónica de una desgracia anunciada». Así describe el presidente de la asociación de vecinos del barrio, José Pichardo, el accidente ocurrido la semana pasada cuando un camión sesgó la vida de un peatón de 71 años que cruzaba por un paso de cebra con el semáforo en ámbar. La tragedia volvió a descubrir la génesis de un problema contra el que los vecinos y Ayuntamiento llevan luchando más de tres años.

Ese es el tiempo que ambas entidades comenzaron a trabajar para intentar concienciar a los transportistas de que variaran su ruta por el interior del barrio para tomar por la avenida Juan Carlos I y así poder llegar a su destino, el Muelle. Ayer, la alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez mostraba su preocupación por la situación de la avenida Lacave, Segunda Aguada y San Severiano aunque reconocía que «todas las medidas que se podían tomar ya se han hecho». Martínez hace referencia a las campañas de información que han realizado con los vecinos.

Un camino alternativo

Acciones destinadas a hacerles ver a los conductores de camiones que existe un camino alternativo y que consisten en el reparto de dípticos en el que se invita a los camiones de menos de 20 toneladas a que transiten por la avenida Juan Carlos I. A esto se suma la señal informativa que en el mes de junio se colocó en la calle Algeciras, uno de los puntos de origen del problema. Y es que en lugar girar por la glorieta de la Zona Franca en dirección a la nueva avenida, los camiones siguen hacia adelante por la avenida de la Ilustración y Marconi para desembocar en Lacave. La señalización de Zona Franca, de mayor tamaño, vino a sustituir otra que estaba anteriormente «que no sirvió de mucho», como reconoce el propio Pichardo.

En cualquier caso, el presidente quiso dejar claro «el esfuerzo e interés del Ayuntamiento para buscar una solución». Así, miembros del Consistorio, entre ellos la propia alcaldesa, se han reunido en varias ocasiones con los responsables vecinales para estudiar las opciones. Y la única viable, que previsiblemente tendrá como resultado la bajada drástica de los grandes camiones por la zona, es el segundo puente. Una solución que Martínez recordó ayer: «El paso se minimizará cuando esté listo el nuevo puente». Será entonces cuando los camiones llegarán a la ciudad directamente desde la Cabezuela.

«Estamos en un 'impasse' de espera», como reconoció resignado Pichardo. Así, la única solución al respecto es continuar con las campañas informativas, como las que comenzarán de nuevo en septiembre. En cualquier caso, desde la asociación prometen no rendirse en su lucha a pesar de que «los vecinos están cansados y molestos».

Y es que el trasiego constante de camiones por estas avenidas, con una alta densidad de población -más de 10.000 personas, según Pichardo-, supone un importante riesgo, además de las constantes molestias del ruido. El interés tanto del Ayuntamiento como de la Asociación de Vecinos de Segunda Aguada es convencer a los camioneros de que tomen por un recorrido mejor. «Por el camino de Segunda Aguada tienen que pasar hasta por tres rotondas y es más lento y largo», explica Pichardo. Efectivamente, el paso por el barrio es medio kilómetro más largo e indudablemente más lento. A la mayor presencia de semáforos -con respecto a Juan Carlos I- se suma la existencia de un único carril en cada sentido lo que provoca constantes atascos y tráfico lento.

Todo ello, por no hablar del riesgo que el pasado viernes quedó más que manifiesto. Ante ello, «la ecuación peligrosa de cientos de personas cruzando y cientos de camiones pasando» la única solución es la paciencia.