Vietnam y EE UU sellan su amistad
Un pacto nuclear y maniobras conjuntas acercan a los antiguos enemigos
SHANGHAI. Actualizado: GuardarEl pragmatismo no sabe ni de ideología ni de historia. Aún menos en el Vietnam del siglo XXI, cuyo objetivo es recorrer el mismo camino que ha llevado a China al éxito. De momento, sus primeros pasos ya le han proporcionado un crecimiento sostenido que coquetea con los dos dígitos y ha puesto a Vietnam en el mapa de las potencias regionales emergentes.
La diferencia con su vecina gigante estriba en que al Partido Comunista heredero de Ho Chi Minh no le tiembla el pulso a la hora de firmar tratos con la misma superpotencia imperialista a la que consiguió doblegar en la jungla, pero no sin pagar un elevado precio en vidas. Los dos millones de muertos que dejó la Guerra de Vietnam no impiden que los antiguos enemigos estén ahora inmersos en unas negociaciones que desembocarán en un acuerdo de colaboración nuclear.
Todavía no está claro ni cuándo se sellará el pacto ni en qué consistirá exactamente, pero todo apunta a que las empresas estadounidenses conseguirán el ansiado permiso para construir reactores nucleares en Vietnam, un país necesitado de gigavatios para propulsar su desarrollo. También podrán proveer de material fisible a estas instalaciones para la generación de energía. O sea, todo lo que Estados Unidos quiere evitar que hagan otros en Irán.
Lógicamente, China se opone tajantemente a este acuerdo y tilda de «hipócrita» a la Administración de Barack Obama. Por si fuera poco, considera que «las avanzadas negociaciones ponen en peligro la estabilidad regional». Teng Jianqun, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas del gigante asiático, sostiene que «Estados Unidos muestra un doble rasero según sus intereses en diferentes países, y pone en peligro su papel como promotor del desarme nuclear». Para calmar las aguas, y según diferentes fuentes, Washington espera arrancar de Hanoi el compromiso de que no enriquecerá uranio con fines militares, algo que el Ejecutivo vietnamita no parece dispuesto a dejar por escrito.
Vietnam, no obstante, ha ratificado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN), que prohíbe explícitamente el uso de centrales nucleares civiles con fines militares. Es el punto clave que da al ejecutivo americano cierta legitimidad para llevar a cabo las negociaciones. «Como firmante del Tratado, Vietnam está autorizado a enriquecer uranio para satisfacer sus necesidades energéticas», recalcó el portavoz del Departamento de Estado de EE UU, Philip Crowley, después de que hace escasas fechas el diario 'Wall Street Journal' dejara al descubierto las negociaciones.
Claro que Crowley no mencionó que su país también se salta este requisito teórico cuando lo cree conveniente. Lo hizo George W. Bush en 2005 cuando selló con India un pacto de condiciones muy similares a las que se intuyen en éste, sin tener en cuenta que el país hindú no sólo da la espalda al TNPN, sino que es una potencia nuclear 'de facto' que, además, tiene en Pakistán, también poseedor de armamento atómico, su principal enemigo. «Nuestro país sólo proveerá tecnología para uso civil a Vietnam», zanjó Crowley, que reconoció no haber comentado con China ningún detalle sobre este espinoso asunto que podría poner en peligro la tradicional amistad entre el Gran Dragón y su pequeña hermana comunista.
Islas en disputa
Por si fuera poco, Estados Unidos y Vietnam han llevado a cabo este mes varios ejercicios navales en aguas en las que China reclama para sí varias islas administradas por el país de Ho Chi Minh. Ambos países han restado importancia a las maniobras, que se engloban dentro de las celebraciones por el 15 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los antiguos enemigos, y que se han centrado en labores de rescate y coordinación, sin acción de combate alguna.
Sin duda, esta cooperación no tiene nada que ver con los ejercicios que Estados Unidos ha llevado a cabo con Corea del Sur, cuya intención ha sido la de lanzar una señal de amenaza a la vecina del norte. Pero en el mar del Sur de China la tensión ha estado en aumento por las exigencias de Pekín para que alrededor de 200 islas, que también se disputan otros países del sudeste asiático, se reconozcan como propias. En enero, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, aseguró que su país podría mediar en este conflicto, algo que China se apresuró a desaconsejar. Ahora, estas maniobras, sumadas al acuerdo nuclear, podrían interpretarse como una afrenta al emergente poder chino.