El 'stock' inmobiliario alcanza ya las 18.600 casas vacías en la provincia
Algunas viviendas mantienen el cartel de 'se vende' desde 2007, a pesar de que sus dueños han bajado los precios
JEREZ. Actualizado: GuardarNo hay manera. Desde que comenzó la crisis inmobiliaria, allá por el otoño de 2007, los promotores inmobiliarios han hecho casi de todo por salir a flote y lograr vender sus casas. Han ofrecido a los clientes todo tipo de promociones, regalos y ofertas; se han acogido a las ayudas que impulsó la Junta a comienzos de este año para los compradores, y que se anunciaba como la solución del problema; incluso han comulgado con aquello que -según ellos- nunca harían: bajar los precios hasta el límite del coste.
Pues ni por esas. Muchas de sus viviendas siguen buscando un comprador con un aval suficiente, a pesar de estar terminadas desde hace años. Como suele decirse, están «listas para entrar a vivir». Pero el parón de las ventas se ha agudizado cada año, y con ello, el excedente.
Si en 2008 el número de pisos 'invendibles' llegaba a los 15.000 en la provincia de Cádiz, según las estadísticas anuales elaboradas por el Ministerio de Vivienda, al concluir 2009 la cifra alcanzabas las 19.000 viviendas de obra nueva a la venta. Por suerte o por desgracia, el parón casi total de la construcción ha facilitado que el excedente inmobiliario comience a bajar poco a poco desde que comenzó e laño.
De hecho, el número provisional de inmuebles invendibles en los tres primeros meses de 2010 se ha reducido un 2%, hasta las 18.610 viviendas aproximadamente, según se deduce al aplicar la fórmula del Ministerio de Vivienda para calcular el 'stock': sumando el remanente del año anterior y las viviendas que se han terminado (623), y restando el número de transacciones (984). Si se tiene en cuenta que de enero a marzo sólo se han iniciado 271 viviendas, la tendencia a la baja del 'stock' parece garantizada.
Impiden nuevas inversiones
Aun así, el excedente sigue siendo un escollo que parece insalvable todavía para recuperar el sector de la construcción, pues limita uno de los principales ingresos de los promotores para invertir en nuevos proyectos y promociones. Es más, las viviendas estancadas no sólo son un desierto de ingresos para las empresas que las levantan, sino que para colmo se pueden convertir en un agujero negro de gastos para los promotores: desde la devolución del crédito de financiación de la obra, al mantenimiento de las casas y los impuestos municipales. Además, las viviendas no han dejado de devaluarse en los últimos dos años, incluso aquellas de obra nueva que -a finales de 2007- los empresarios garantizaban que nunca rebajarían.
Cuando el panorama del mercado pasó de gris a negro, la mayoría de estos empresarios tuvo que claudicar a la crisis y bajar los precios.
Pedro Valdés es uno de ellos, empresario veterano de la construcción en Chipiona, que dice haber «salido del paso» al vender en pocos meses el 70% de una promoción residencial que mantenía en cartera desde hacía dos años y medio. Aún mantiene el cartel de 'se vende' en media decena de viviendas, pero se da por «satisfecho».
Pedro reconoce que ha tenido que sacrificar ciertos beneficios y rebajar el valor de algunas casas. No sólo una, sino varias veces, hasta ofrecer «precios agresivos» que atraiga a los compradores. «Si no se venden a veinticinco (millones), pues a veinticuatro, a veintitrés o a veintidós..., como una subasta a la baja», explica el chipionero.
En algunos casos, estas rebajas llegan incluso a reducir un 20% el precio inicial con el que partieron, hasta aproximarse al valor de tasación de la hipoteca que contrató la inmobiliaria. Esto supone renunciar a los beneficios y a hacer negocio, pero al menos los empresarios logran así deshacerse de los gastos.
La bajada de los precios, sin embargo, no parece haber logrado acabar con los remanentes de viviendas invendibles en la provincia, ya que según mantienen los promotores, el origen de la crisis inmobiliaria aún sigue sin obtener una solución: los bancos y las entidades financieras siguen sin abrir el grifo de las hipotecas con la flexibilidad de antaño, cuando las casas sólo estaban vacías en verano.