Francesco Cossiga saluda a los presentes en la feria informática de Milán, en 2004. :: AP
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Fallece el ex presidente italiano Cossiga

El ex jefe de Estado y senador vitalicio democristiano extendió hasta el final su gusto por el misterio al dejar cuatro cartas póstumas para políticos actuales

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La intriga ha acompañado a Francesco Cossiga hasta el último momento. El ex presidente de Italia y senador vitalicio sucumbió ayer a un fallo cardiaco en el hospital Agostini Gemelli de Roma. Antes de morir, el político democristiano -de 82 años- tuvo tiempo de escribir cuatro cartas póstumas cuyo contenido, desconocido, ha evocado el misterio que rodeó su prolija y controvertida carrera en las más altas instancias del poder.

Los destinatarios de las misivas -el jefe del Estado, Giorgio Napolitano; el primer ministro, Silvio Berlusconi; y los presidentes de las dos cámaras parlamentarias- y otros cargos institucionales lamentaron la pérdida del ex mandatario. 'Il Cavaliere' le describió con elogios: «Echaré de menos su afecto, inteligencia, ironía y apoyo», dijo; mientras que el secretario general del Partido de los Comunistas Italianos, Oliviero Diliberto, reseñó su «gran calibre y lealtad». La Santa Sede transmitió por las ondas de Radio Vaticano la «pena» y los «rezos» del Papa, Benedicto XVI.

Con todo, las sombras que planearon sobre la trayectoria de 'Il Picconatore' -como le bautizó la prensa- han eclipsado los pésames. Antes de ascender a la presidencia, Cossiga fue ministro del Interior en una época trufada de atentados terroristas, manifestaciones masivas y multitud de casos de corrupción. En 1978, el asesinato del líder de la Democracia Cristiana (DC) Aldo Moro a manos de las Brigadas Rojas conmocionó al país y provocó su dimisión. Quienes le conocen dicen que aquel capítulo marcó el devenir de su carrera.

Natural de Sassari (Cerdeña), el sedicente «hombre solo» estudió Derecho y se significó políticamente muy joven, al unirse con 17 años a la Democracia Cristina (DC). En el seno de la formación destacó por su militancia anticomunista y proamericanismo durante los momentos más álgidos de la guerra fría. Como ministro respaldó sin fisuras la red clandestina 'Gladio', que permitió la estancia secreta en Italia de fuerzas de la OTAN para contrarrestar el peso del Pacto de Varsovia.

En agosto de 1979 asumió la jefatura del Gobierno durante apenas catorce meses, un período razonable en la Italia de la posguerra, presa de ejecutivos de coalición de muy corto recorrido. Finalmente, entre 1985 y 1992, el Parlamento le catapultó de la presidencia del Senado a la de Estado, un cargo ceremonial a la sombra del primer ministro.

Ávido de poder y protagonismo, Cossiga consiguió lo segundo invocando al «cambio político» para establecer una segunda república de corte presidencialista. Los excesos retóricos que dirigió contra sus oponentes contrastaron con la prudencia que desplegó en sus primeros años, avalada por un currículum impecable.

Deriva populista

Su deriva populista se enconó a partir de los años noventa, cuando salió a la luz la retahíla de escándalos que dieron la puntilla a la invencible DC. El caso Tangentopoli destapó la corrupción inherente al ejercicio del poder en Italia y la supuesta financiación ilegal de la formación que gobernó el país durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX. El partido le dio la espalda tras la crisis política que derribó su Gobierno, cuando fue acusado de facilitar la salida de Italia del terrorista Marco Donat Cattín, hijo de un político democristiano

Cossiga lideró entonces la creación del partido de centroderecha Unión Democrática de la República. Desde sus filas respaldó en 1998 la formación del primer Ejecutivo encabezado por el comunista Massimo D'Alema. Cossiga fue hospitalizado el día 9 por una leve insuficiencia cardiorrespiratoria, pero sus condiciones empeoraron «drásticamente» la noche del lunes y falleció a las 13.18 horas de ayer debido a una crisis cardiocirculatoria.