Un niño y un hombre comparten una taza de té en el campo de refugiados de Sukkur. :: REUTERS
MUNDO

Pakistán se hunde en la devastación

El hambre y las enfermedades planean en torno a los millones de afectados por las lluvias monzónicas

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Pakistán se ahoga arrastrado por el enorme peso del caos y la destrucción. Las peores lluvias monzónicas de los últimos 80 años han hecho presa al país de una precariedad extrema que amenaza con devorar a los casi 20 millones de damnificados que precisan de ayuda urgente para sobrevivir. De los 360 millones de euros pedidos por la ONU, tan sólo han recibido 97. La ayuda tropieza con los escollos de la devastación y los equipos de rescate todavía no han podido acceder a todas las zonas afectadas. La población, desesperada, aguarda la llegada de alimentos y agua potable, al tiempo que libra una batalla en contra de las epidemias que comienzan a hacer acto de presencia.

«La catástrofe está lejos de terminar», así lo advirtió el secretario de Naciones Unidas, Ban Ki-moon en su visita del domingo. Las evidencias respaldan su observación. Las 1.600 vidas que se ha cobrado el desastre podrían ser tan solo el punto de partida en el balance final de víctimas. «El destino de millones de niños está en grave peligro», subrayó ayer el portavoz de la Oficina de la ONU para Coordinación de Asuntos Humanitarios, Maurizio Giuliano.

Giuliano expresó su preocupación por la situación en la que se encuentran los colectivos más vulnerables, entre los que también se encuentran los ancianos debido a la falta de comida, agua potable, refugio y medicamentos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la falta de condiciones higiénicas ha dejado al menos 1,5 millones de personas afectadas por diarrea, de las cuales 140.000 podrían padecer cólera. Asimismo, afirmó que existen alrededor de dos millones de enfermos potenciales de malaria y 350.000 con infecciones respiratorias agudas. Ante la posible ola de epidemias la ONU ha procedido al acopio de medicamentos. La Cruz Roja también se ha sumado a la iniciativa al enviar personal especializado para realizar unas 3.000 consultas diarias.

El Foro Humanitario de Pakistán, que agrupa a 35 ONG, suplicó ayer a la comunidad internacional que intente cubrir «las necesidades inmediatas de millones de ciudadanos del país, así como decenas de miles de refugiados afganos». Sin embargo, la asistencia recibida hasta el momento resulta insuficiente para satisfacer las crecientes demandas de la población. Algunos analistas achacan la reticencia a enviar ayuda a la «falta de confianza en el exterior hacia los líderes políticos» de Islamabad.

Protestas

Las críticas al Ejecutivo cobran cada vez más fuerza entre los afectados, que acusan a las autoridades de ser demasiado lentas a la hora de responder a la crisis. Ayer, el descontento se dejó sentir en las afueras de Sukkur, una de las principales ciudades de la provincia Sindh, al sur del país. Decenas de hombres y mujeres armados con palos cerraron el paso en una carretera de cinco carriles como acto de protesta. «Dejamos nuestras casas sin nada, y ahora no tenemos ropa, ni comida. Nuestros hijos están viviendo al lado de las carreteras», explicó uno de los manifestantes.

La ira también se apoderó de la provincia de Pujab. «¡Abajo el Gobierno!», gritaban cientos de residentes mientras salían a las calles para quemar neumáticos. «Estamos muriendo de hambre. Nadie ha hecho nada para mejorar nuestra situación», clamaban. En el pueblo de Dir, situado en la localidad de Jaibar Pajtunjua, la angustia desbordó a los afectados y se saldó con el saqueo de dos camiones con ayuda. Las fuerzas de seguridad respondieron a los ataques con fuego indiscrimado que dejó varios heridos.

Mientras tanto, el monzón amenaza con aumentar la magnitud de la catástrofe. La lluvia no cesa en varias zonas del país y han provocado la pérdida de casi la totalidad de los cultivos, al igual que el 80% del ganado. El 17% de Pakistán sigue sepultado bajo las aguas y las inundaciones se han extendido a nuevas regiones con el desbordamiento del río Indo, en una superficie de 30 kilómetros cuadrados.