Editorial

recuperación

Para subirse al carro europeo, España debe acometer las reformas pendientes

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Estábamos todavía digiriendo los malos presagios de la Reserva Federal Americana y las dudas sobre la solidez de la recuperación estadounidense, que hacen pensar incluso en la posibilidad de una doble recesión -'double dep'- cuando el Eurostat hizo públicos ayer los sorprendentes datos de crecimiento del segundo trimestre del año: la economía europea creció un 1% en dicho período, el doble de lo que Bruselas había previsto. Particularmente relevante fue el crecimiento alemán, del 2,2% entre abril y junio, la tasa más elevada desde la reunificación del país hace veinte años (la previsión de los propios expertos alemanes era del 1,3% y la de la Comisión Europea hace tres meses fue del 0,7%). Dicho crecimiento, calificado de «vertiginoso» por la Oficina Federal Estadística de Berlín, se ha visto impulsado por el fuerte incremento de las exportaciones, así como por una recuperación de la construcción y por el hecho de que finalmente los consumidores alemanes se han decidido a gastar, según la misma Oficina. Además, Francia creció el 0,6%; el Reino Unido, el 1,1% y Holanda, el 0,9%. Las economías más rezagadas son las mediterráneas: Italia, el 0,4%; y España y Portugal, el 0,2%. Grecia es el único país que sigue en recesión con una caída de la actividad del 1,5%. Cierto que algunas voces autorizadas -las del gobernador del Banco de Inglaterra y el presidente del Banco Central Europeo- han pronosticado un empeoramiento de la coyuntura durante la segunda mitad del año pero las prospecciones económicas en este volátil proceso de recuperación ya no tienen crédito: todo indica que está subiendo la confianza de los consumidores y que, salvo algún contratiempo, habríamos dejado lo peor atrás y podríamos encontrarnos ya cerca del final del túnel. Nunca fue más necesario, sin embargo, que España acometa con prontitud las reformas estructurales pendientes o en proyecto. Para subirnos al carro europeo, del que estamos evidentemente descolgados, es necesario incrementar a toda costa nuestra productividad ya que, por conocidas razones que nos vienen impuestas por la propia Europa, no podemos conseguir el crecimiento mediante un incremento de la inversión.