Nuestro derecho a participar
GERENTE DEL CONSORCIO PARA LA CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DE 2012 Actualizado: GuardarEn 2012 se cumplen 200 años de la promulgación de la primera constitución que tuvo la nación española, cuyo texto se debatió y aprobó en Cádiz y San Fernando y en cuya elaboración participaron diputados de todos los confines de la España de entonces, que abarcaba buena parte de Iberoamérica y otros territorios de ultramar como las Islas Filipinas.
Cualquier ciudadano reflexivo caerá en la cuenta de la paradoja que supone el recordatorio de unos hechos históricos que tienen un profundo carácter y significación políticas, precisamente en un momento en el que buena parte de la ciudadanía desconfía de la capacidad de la política y de los políticos para mejorar la sociedad.
Esta circunstancia nos invita a pensar, a dialogar y a difundir hechos, ideas y testimonios que refuercen la importancia que, lo queramos o no, siempre ha tenido la política en nuestra vida diaria y en nuestro proyecto de futuro como ciudadanos, tanto individual como colectivo.
No podemos desayunarnos cada mañana paladeando el blando y dulce sabor de nuestro pasado mientras miramos con los ojos tristes del conformismo y de la inercia cómo se levanta el día. Si apelamos a la memoria de estos 200 años, debería ser con el convencimiento de que podemos contribuir a la construcción de una sociedad mejor. Y eso, nos guste o no, no es sólo responsabilidad de los representantes políticos, es una responsabilidad de todos en la medida de las posibilidades de cada cual.
La pasada primavera el Consorcio participó en San Fernando, que está celebrando este año el bicentenario del inicio de los debates parlamentarios (el 24 de septiembre de 1810 fue la fecha exacta de su comienzo), en un seminario organizado por la Confederación de Asociaciones de Vecinos de Andalucía (CAVA) titulado '1810. La importancia de la ciudadanía'.
Las organizaciones vecinales, como todas las que dan forma a la vida civil, son hoy tan partícipes del espíritu democrático como los miembros del Congreso de los Diputados. Son un ejemplo de cómo la ciudadanía se organiza con las reglas de la democracia: el sufragio universal, la libertad de expresión y el derecho a la participación son ejemplos claros. Con reglas del juego como estas elegimos cada cuatro años a los representantes políticos que nos gobiernan en los ayuntamientos, las autonomías y la nación.
Además de las organizaciones civiles, los ayuntamientos son siempre el primer escalón de la participación de las personas en la vida política y social de su ciudad. Por eso desde el Consorcio hemos invitado a los 771 ayuntamientos de Andalucía a que nos indiquen su relación con el Bicentenario y que nos permitirá junto con la Consejería de Gobernación organizar un congreso sobre los vínculos de Andalucía con el Doce.
Hace 200 años, nuestros vecinos no tenían, como tenemos nosotros ahora, las puertas abiertas a la participación activa en la vida social y política de nuestra comunidad. La pasividad era impuesta, no voluntaria. ¿Qué mejor homenaje podrían tener aquellos paisanos que ejercer nuestro derecho a la participación, no como una obligación sino como un compromiso con nuestra libertad de elección?
Algunas de las más importantes normas que caracterizan a la democracia como sistema de organización política fueron incluidas en aquella primera constitución de 1812 y se han visto completadas y mejoradas con otras en las constituciones posteriores hasta llegar a la de 1978 que esta en vigor y que se aprobó por el deseo expreso de todos los españoles.
Todas estas reglas básicas de juego son las que sustentan la confianza común. Por el contrario, la desconfianza en el otro carcome el espíritu de la democracia y, por añadidura, de la actividad política.
Desde el Consorcio para la Conmemoración del Bicentenario estamos haciendo un intenso trabajo para que los ciudadanos tengan una participación activa en la celebración y en el programa de actividades que se organiza cada año para recordar aquel periodo histórico de 1810-1812.
Pero éste no puede ser el programa de una feria en el que sólo cabe la diversión, el espectáculo y la contemplación pasiva y autocomplaciente de nuestro pasado. Sin un esfuerzo individual de reflexión sobre quiénes somos, dónde estamos y qué queremos ser en los próximos años, el Doce se quedará sólo en eso, en una ocasión lúdica más.
Trabajamos para que los ciudadanos sepan que sin ellos, sin su participación, esta celebración no tiene ningún sentido. Y trabajamos para que esta participación suponga también mejorar la confianza que nuestros vecinos y vecinas tienen en ellos mismos y en sus posibilidades. Si fueron capaces de defenderse de una invasión napoleónica, ¿qué no serían capaces ahora de proponérselo?