España y Cádiz en las Américas
Actualizado: GuardarViajando por países de Iberoamérica como Cuba o México se hace evidente la tremenda labor civilizatoria que España hizo, una tarea no siempre valorada y comprendida adecuadamente. Como toda invasión colonial supuso mucho sufrimiento para sus legítimos habitantes, pero a diferencia de la mayoría de las colonizaciones fue ejemplar en muchos aspectos, algo que muchos jóvenes rechazamos cuando la dictadura hacía demagogia con lo del Imperio hacia Dios.
España trató de crear una réplica de sí misma, con sus virtudes y defectos, no una simple colonia para explotar los recursos a costa de nativos y esclavos, más parecida al modelo anglosajón, donde aventureros y ex presidiarios consolidaron una casta xenófoba que nunca se mezcló con los nativos, más bien los exterminó, y llenó sus colonias de esclavos africanos. Es cierto que España también construyó palacios con las ruinas de las civilizaciones originarias, explotó los recursos con el trabajo de los indios y montó una estructura social piramidal, sostenida por la Santa Inquisición, similar a la de la península. Pero a cambio se mezcló con los indígenas, eliminó la esclavitud y construyó una Nueva España, cuya grandeza es comparable a la nuestra. El legado cultural es tan enorme que resulta sorprendente la fuerte identidad que nos une, al punto de llegar a creerte en cualquier ciudad de esta orilla. En ciudades mexicanas como Guanajuato, San Miguel Allende o Querétaro hay más patrimonio colonial conservado que en la mayoría de las ciudades españolas. La cantidad y el tamaño de las iglesias y conventos, el derroche de sus retablos barrocos, la filigrana de los muebles y objetos que muestran sus museos no tienen nada que envidiar a España. Y aunque la mayoría de las casas palacio coloniales se han transformado en hoteles con encanto o en bazares y restaurantes, se conserva el paisaje urbano y su trama original, la cuadrícula fundacional con las que se crearon como Nueva León, Salamanca, Zaragoza, Granada, Sevilla, etc.
Imposible distinguir una calle de Trinidad de una del Puerto de Santa María o de Puerto Real salvo por el uso más atrevido del color, una casa con torre mirador de las de Cádiz, un retablo del Museo del Virreinato en Tepotzotlan del retablo del Carmen, un claustro de dominicos o franciscanos de aquí o de allí. En la Plaza de la Catedral o en la Plaza Nueva de la Habana sólo la música y las echadoras de cartas te recuerdan que no estás donde crees, aunque en una luzca una bandera con el toro de Osborne y desde los soportales te contemple la entrañable estatua de Antonio Gades.
Estos días en Guanajuato se celebra el Bicentenario de la Independencia de México, donde España y Cádiz están representadas con el protagonismo que les corresponde, lejos ya de los viejos recelos y demagogias, tan cómodos como en nuestra propia casa.