PAN Y CIRCO

EL TROFEO DE JARQUE

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La pasada edición del Trofeo Ramón de Carranza a buen seguro que no va a pasar a la historia. Los que seguimos siendo 'trofeístas' nos estamos quedando sin argumentos para defender un evento deportivo que, cada vez más, carece de interés, salvo que los participantes sean Real Madrid y Barcelona. Y eso parece muy lejano, tal vez para el Bicentenario. Bueno, ya veremos.

Lo cierto es que esto no es lo que era. Ya sé que es fácil escudarse en el denominado kilómetro sentimental. No nos queda otra. Los que vienen a Cádiz lo hacen para rodarse y se emplean a fondo lo justito. Con esto no quiero decir que haya habido una desidia generalizada, pero en determinados balones divididos se notaba que algunos se acordaban de lo que ocurrió con el Villarreal hace unos años y no metían el pie. Quizás Sevilla y Atlético hayan estado un poco por debajo de la exigencia esperada. Lo del Cádiz, no nos engañemos, ha sido lo de siempre. Ofrecer una buena imagen para que el personal se vaya animando antes del inicio liguero, en este caso, ante el Jaén.

Sin embargo, el evento también nos ha dejado una buena ración de kilómetro sentimental, de 21 kilómetros sentimentales, protagonizados por un grupo de chavales del Real Club Deportivo Espanyol. Llegaron al Carranza de tapadillo, casi por una imprudencia de Pochettino que anunció que su equipo venía cuando ni en Cádiz lo sabíamos.

Lo que tampoco casi nadie sabía es que la LVI edición coincidía con el año del fallecimiento de Dani Jarque. Llegaron y se lo tomaron muy en serio, hasta tal punto que se llevaron la Copa. Y como no podía ser de otra forma, la adornaron con la imagen de su compañero siempre presente. Entre los que posaban con el Trofeo, mucho canterano para aportar un mayor componente emotivo al sencillo momento. Fue la única luz entre tanta penumbra futbolística y ambiental.