El Gobierno, en su embrollo
La promesa de Zapatero de gastar más en obra pública tiene un evidente tufo electoral
Actualizado: GuardarEl presidente del Gobierno sorprendió a todos el pasado martes en Marivent cuando, tras despachar con el jefe del Estado y luego de advertir de una leve caída de la economía en el tercer trimestre, anunció que se levantaría parcialmente la suspensión o paralización de algunas obras de infraestructura a causa del ajuste para dar «un cierto alivio a las comunidades autónomas y un empujón importante a las grandes constructoras». Esta desautorización del plan de recorte presentado semanas atrás por Blanco dejaba atónitos a los mercados, y tenía que salir a escena la vicepresidenta Salgado a restar importancia al anuncio de Zapatero: las nuevas infraestructuras se financiarán mediante una reorganización del gasto y gracias a los recursos que se obtengan de la rebaja del servicio de la deuda; en todo caso -añadió la ministra- no se alteran los objetivos de reducción del déficit, que deberá situarse en el 6% del PIB el año próximo. Como era de esperar, sin embargo, el embrollo alarmaba a los inversores e inmediatamente se disparaba el diferencial de la deuda española con respecto a la alemana a niveles anteriores a la publicación de las pruebas de esfuerzo de la banca, a finales de julio, con lo que quedaba desarbolado uno de los argumentos de Salgado. La crisis de confianza suscitada por la imprudencia de Zapatero coincidía en el tiempo con las malas noticias provenientes de Estados Unidos, donde podría interrumpirse la recuperación. Y ayer, no tenía más remedio que salir a la palestra el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, para afirmar con rotundidad que el objetivo de déficit del 6% para 2011 es «incondicional», por lo que si la evolución de la economía es «más negativa» de lo previsto en el cuadro macroeconómico y lo pone en peligro, el Gobierno tomará «medidas adicionales». La promesa de Zapatero tiene un elocuente tufo preelectoral ya que tiende a minimizar los efectos del ajuste en las próximas autonómicas y municipales, especialmente allá donde ya gobierna el PSOE. Resultaría imperdonable que este interés particular frustrara tanto la credibilidad de nuestro país en Europa como el fruto del esfuerzo colectivo que nos exige la solución de la crisis.